Primeras Excursiones
“Aun así,
es una habitación enorme.”
Lutz,
luciendo extremadamente emocionado, comienza a explorar las habitaciones de la
oficina del director. El segundo piso contiene la sala principal, una sala para
la sirvienta del director y una sala de almacenamiento.
Gil no
quiere que nosotros miremos las habitaciones en el primer piso, dado que aún no
han sido limpiadas, sin embargo, por su disgusto, lo hacemos de todos modos. La
puerta inmediatamente a la derecha de la entrada conduce a cuatro habitaciones
para asistentes, así como hacia otra área de almacenamiento. La puerta en el
lado izquierdo de la sala se conecta a una cocina, lo suficientemente grande
como para que varios cocineros puedan trabajar en ella simultáneamente, así
como una puerta hacia un sótano subterráneo.
“Una vez esté
limpio, ciertamente podremos usarla para servir el té a cualquier visitante que
venga,” Fran dice, sonando bastante satisfecho. “Debemos procurar un juego de
té.”
Mis ojos,
sin embargo, se fijaron en algo completamente diferente. Esta cocina contiene
un horno, así como muchas cosas similares a las que el Maestro del Gremio mantiene
en su cocina.
“Ah, eso es
un horno, ¿no es así?,” Yo recalco.
“Es normal
que una cocina tenga un horno, ¿no?,” Fran responde, inclinando su cabeza.
Todas las
cocinas en el templo son para sacerdotes nobles vestidos de azul, por lo que es
obvio que todas contengan hornos, pero para mí y Lutz, son algo raro que hemos
estado buscando activamente.
“Lutz!
¡Encontré un horno! ¡Necesitamos decirle al Señor Benno sobre esto!”
“¡Sí!”
Lutz ha
estado trabajando junto a Benno y Mark para ayudarles a abrir el restaurante
italiano, por lo que sus ojos resplandecen brillantemente mientras gira sobre
sí mismo, observando esta cocina para nobles.
“Ahora,
Fran. Una vez que esto haya sido limpiado, se me permitirá traer cocineros, ¿tal
vez?”
“Por
supuesto, Hermana Maine. Es perfectamente natural que una Sacerdotisa Aprendiz
de túnica azul traiga consigo a cocineros y otros subordinados similares.”
Un plan
comienza a formarse en mi cabeza. Podría entrenar cocineros aquí, y la comida
podría ser entregada a mis asistentes y a los huérfanos.
Fran
inclina su cabeza, otra vez. “Hermana Maine, como usted no trajo consigo ninguna
cocinera hoy, ¿cómo planea almorzar?”
Desde que
el sistema en este templo es uno donde los cocineros del clero de túnica azul
preparan comidas para ellos, y los restos se otorga a los rangos más bajos, es
imposible para mí almorzar sin poseer ningún cocinero propio.
“Iremos a
almorzar afuera. Ustedes dos, por favor, cámbiense.”
“¿Cambiarnos?”
Regreso al
segundo piso y a continuación, saco los paquetes envueltos por las telas de la cesta
de Lutz. Los puse sobre la mesa, empujándolos hacia Gil y Fran.
“Esto no
son las bendiciones de los dioses. Son recompensas que preparé para ustedes dos
como agradecimiento por su arduo trabajo. No tienes que compartirlas con
nadie.”
“Estoy
profundamente agradecido, Hermana Maine,” Fran dice.
“¿Huh?
¿Qué? ¿Está bien si yo...?” Gil dice.
Ambos sus
expresiones parpadean entre confusión, alegría y esperanza, desenvuelven
cuidadosamente sus paquetes. Me recuerdan a niños que han recibido su primer
regalo... y, en el siguiente momento, me doy cuenta de que esto podría ser
cierto. En el orfanato, donde todo es compartido equitativamente entre todos,
el concepto de entregar regalos probablemente no existe.
Incluso a
pesar de que mi familia es pobre, aun así recibí regalos de mis padres en los
principales hitos de mi vida, como la primera vez que me dejaron ir al bosque y
en mi ceremonia de bautismo. Fran, Gil y los demás huérfanos no deberían haber
conseguido nada como eso.
“...
Entonces, estas son... ropa, ¿verdad?,” Gil dice.
“Correcto,”
le contesto. “Ve a cambiarte, y saldremos del templo.”
“¡¿En serio?!
Siempre he querido salir. ¡Iré a cambiarme ahora mismo!”
La sonrisa
en su rostro mientras abraza su ropa nueva contra su pecho es la más brillante
que he visto en él hasta ahora. Él sale de la habitación con pasos largos,
volando por los escalones. Me alegra ver cuán contento Gil está por haberle
comprado esa ropa. Miro a Fran, quien aún no ha dicho una palabra.
Fran se
queda allí en silencio, mirando la ropa tendida sobre la mesa, como si
estuviera paralizado por algo deslumbrantemente brillante, mientras pasaba uno
de sus dedos por el bordado sobre los dobladillos. Cuando veo que él está
tratando de ocultar su felicidad, tengo que reprimir una risa incómoda.
“Fran,
¿podrías probarte eso?”
“¡¿Ah?!” Él
se sobresalta, repentinamente se da cuenta de que estaba siendo observado, y por
lo tanto se vuelve rojo debido a la vergüenza. “Por... por supuesto.”
Se apresura
por las escaleras. Ver a Fran, que normalmente es genial, estar tan nervioso,
hace que Lutz y yo nos reímos un poco.
“Ellos realmente
estaban felices de obtenerlas,” Lutz dice.
“¡Sí!”
Lutz echa
un vistazo rápido hacia debajo de las escaleras, y entonces baja su voz.
“... Pero,
¿Gil acaba de decir que siempre él había querido salir afuera? ...Este lugar es
extraño, ¿no?”
“Realmente lo
es. Pero estoy segura de que para la gente que vive aquí, nosotros somos los
extraños.”
En
preparación para salir, remuevo mis túnicas azules, las doblo y coloco en el
armario. Pienso en cómo debo conseguir un colgador para que así no tengan
arrugas extrañas, así que decido pedirle a Benno que haga uno para mí. Luego,
saco suficiente dinero de mis fondos de donación para cubrir las actividades de
hoy.
Dejo el
templo, seguidas por mis asistentes. Ambos dudaron por un momento mientras
pasan por las puertas.
“Fran, deja
de preocuparte tanto por esto, estaremos bien, ¿de acuerdo?”
Fran nunca había
usado nada más, que las ropas que visten los sacerdotes vestidos con túnica gris,
por lo que está constantemente muy consciente de los puños y dobladillos de su
ropa, pero el calmado color de su ropa, similar al té negro, se adapta a su semblante
general. Gil, mientras tanto, luce perfecto con su ropa verde, el color de las
hojas en primavera, mientras corre energéticamente.
“Whoaaa, ¡estoy
afuera! ¡Solo esto es suficiente para hacerme feliz de ser tu asistente!
“Entonces,”
Fran dice, “deberías trabajar seriamente por ella, y también ser más cortés con
tu lenguaje. No querrás causarle vergüenza.”
“...Cierto, llegaré a eso.”
Gil recorre
el área con entusiasmo, mirando inquieto los alrededores a todo lo que llame su
atención. No hay manera de que yo, que no puede caminar más rápido que un paseo
lánguido, pueda igualar su velocidad. Por lo que, Lutz hace todo lo posible
para evitar que Gil se escape por su cuenta, y Fran me carga en sus brazos.
“Esta es
una sensación muy extraña,” Fran dice, “caminar por nuestra cuenta fuera del
templo.”
“...Este es
el mundo en el que vivo,” respondo. “Fran, tú también, cuando estés afuera,
¿podrías también cambiar un poco tu habla? Si eres demasiado educado, te
destacarás demasiado.”
“Cambiar...
cambiar mi patrón de habla es sorprendentemente difícil.”
Lutz nos
guía hacia un restaurante cerca de la plaza central. Este es un lugar de clase
comparativamente alta, Lutz nos dice, utilizado frecuentemente por los
comerciantes. Es un tipo inusual de restaurante, donde no hay mesas grandes,
sino solo mesas pequeñas en las cuales pueden sentarse un par de personas.
Puedo ver un par de grupos de clientes en medio de sus negociaciones
comerciales.
Lutz, que
ha estado aquí antes, nos da algunas recomendaciones y rápidamente hacemos un
pedido. Una bandeja de salchichas cocidas y queso se entrega en nuestra mesa, y
una canasta de pan rebanado finamente aparece poco después. Luego, son colocados
tazones individuales de sopa de verduras frente a cada uno de nosotros.
“¡Hora de comer!,”
Lutz y yo decimos, buscando el pan.
“¿Qué? ¿Eso
fue todo?” Gil se opone.
Lutz y yo
nos congelamos, mirándonos el uno al otro, y nuestras manos a medio camino de
la cesta de pan.
“¿Se suponía
que haríamos algo más?”
“No dijiste
la bendición, ¿cierto? A los dioses supremos que gobiernan sobre todo en los
altos y elevados cielos, a los grandes dioses que gobiernan sobre todo en esta
amplia y vasta tierra, a todos los dioses que otorgan el sustento a las miles y
decenas de miles de vidas de la creación, nosotros ofrecemos esta sincera
oración de agradecimiento por esta comida.”
Por cómo
recita tan suavemente cada frase de esta oración, sus manos cruzadas delante de
su pecho, puedo ver que es algo que se espera que todos en el templo digan
antes de cada comida.
“...No lo
sabía en absoluto,” Lutz dice. “Es la primera vez que lo he oído.”
“Esto es
algo que definitivamente necesito aprender,” le digo.
Le pido a
Gil y Fran que ellos me enseñen mientras trato de abrirme camino a través de
recitar la bendición. Puedo decir que no voy a aprenderlo inmediatamente.
Simplemente no es posible si no puedo anotarlo en un cuaderno.
Lutz y yo
nos recuperamos y empezamos a comer, pero Fran y Gil no están moviendo un
músculo. Solo están sentados frente a su comida, observando en silencio.
Pensando en
cuan extraño es, hablo. ¿Huh? ¿No van a comer? ¿No están hambrientos?”
Fran sacude
su cabeza en respuesta. “...Como somos sus asistentes, no podemos comer hasta
que haya terminado con su comida".
“Aunque si
no comen con nosotros, se enfriará...”
Gil parece querer
entrar, pero mira a Fran, sentado a su lado, y se retiene. Su inquietud de
alguna manera me recuerda a uno de esos juguetes que se mueven en respuesta al
sonido.
“Bien,
entonces, esto es una orden. Coman mientras todavía está caliente y fresco.”
Fran,
aparentemente incapaz de rechazar una orden que le han dado, toma de mala gana
una rebanada de pan. En el siguiente instante, Gil se acerca alegremente a
tomar algo de comida.
Fran come
con un nivel de cortesía que nunca antes había visto por aquí. Incluso Gil, el
cual fue criado por el orfanato, come de una manera que tendría que llamar
cortés. En comparación con ellos, Lutz, quien constantemente pelea con sus
hermanos en la mesa de la cena, simplemente ríe. ¿Es lo que sucede cuando todo
se divide equitativamente entre todos, sin necesidad de luchar por nada?
“Ustedes
dos comen tan educadamente,” les digo. “¿Les enseñaron eso?”
“Nada de lo
que un sacerdote con túnica azul consideraría desagradable podría dejar el
orfanato,” Fran me dice, “para eso nuestros ancianos nos enseñaron ambos, modales
en la mesa, así como a caminar correctamente.”
“Sí, es cierto,”
Gil dice. “Realmente odio purificarme antes de poder dejar el orfanato. Está
bien por ahora, pero voy a morir totalmente en invierno.”
“Después de
todo, un asistente debería poder tomar un baño,” Fran agrega.
Qué
ambiente terriblemente estricto, si insisten en que las cosas antiestéticas no
pueden abandonar el orfanato. Pero, gracias a eso, incluso Gil es en realidad
bastante educado.
Mientras
comemos, siguen hablando de las diferencias entre vivir en el orfanato y ser un
asistente, pero en algún momento noto un movimiento sutil en las cejas de Fran.
A pesar de que a Fran normalmente solo se le dan sobras, todavía está
acostumbrado a comer comida noble, por lo que parece que podría estar
insatisfecho con el sabor de la comida de este lugar. Sus cejas están un poco
arrugadas mientras come.
“Fran,
¿esto es diferente de lo que normalmente comes?”
Toco mi propia
ceja con la punta de mi dedo, sonriéndole un poco. Fran inmediatamente suaviza
su expresión, luego sonríe avergonzad.
“Esto es.
Es muy diferente. ...La sopa es caliente, sin embargo, creo que es deliciosa.”
La comida que
él recibió de sus maestros era probablemente deliciosa, pero como eran las sobras, esta podría ser la primera vez
que él come algo caliente.
“Mientras
pueda llenarme, no me importa como sabe,” Gil dice. “Ya que no hay tantos
sacerdotes con túnica azul como antes, hay menos bendiciones de los dioses, y
también hay muchos sacerdotes con túnica gris que han regresado al orfanato.”
Parece que
Gil está satisfecho con la cantidad que ha comido, pero en comparación con
Lutz, quien tiene la misma edad que él, ha comido mucho menos. Es posible que
su estómago simplemente no haya tenido que crecer, ya que por lo general no
puede comer tanto.
“Entonces,
¿qué tal si vamos a comprar la cena para ustedes en el camino de regreso, y
también traemos algunos regalos para el orfanato? Desde que me voy a casa esta
tarde, la cena será un problema para ti, ¿no?”
“¡¿En serio?!
¡Woohoo! ¡Rezamos a los dioses!”
Gil,
rebosante de gratitud por haber podido llenar su barriga después de tanto
tiempo, salta de su silla con un estruendo, y luego, justo en el centro del
restaurante, asume la Pose Glico. El restaurante, que había estado zumbando con
el sonido de la comida y la negociación, se queda en silencio, y cada persona
se vuelve a mirar nuestra mesa.
“E...
¡Espera!” Lutz dice. “¡Deja de rezar aquí!”
Lutz
escolta frenéticamente a Gil fuera de la tienda. Pago la cuenta, dejando una
propina adicional en la parte superior para disculparme con el comerciante por
los disturbios, y escapo de la escena.
“Mantengan tus
oraciones en el templo,” le digo, suspirando pesadamente. “¿Lo tienes? Al igual
que Lutz y yo no sabemos muchas cosas que son de conocimiento común en el
templo, hay muchas cosas aquí fuera que ustedes dos tampoco sabrán.”
Gil, fácil
de leer, esconde sus hombros y agacha su cabeza avergonzado.
“...Lo
siento, él dice.
“Está bien,”
le tranquilizo, “sólo ten cuidado en el futuro.”
“¡No es
sobre eso! ...Quiero decir, lamento haberme burlando de ti por no saber cosas,
antes.”
Parece que él
está reconsiderando muchas cosas desde aquel momento en el templo. Al verlo
disculparse tan seriamente, Lutz le dio una palmadita en el hombro riéndose.
“Bueno,
ninguno de nosotros sabe demasiado,” Lutz le dice. “Si crees que Maine está
haciendo algo raro, dile inmediatamente. Como esa bendición anterior. También tendré
un ojo sobre ti, en caso de que comiences a hacer algo extraño.”
“Gil,” le digo,
“hay algunos puestos callejeros que venden cosas para viajeros, así que vamos a
comprar tu cena y los regalos ahí.”
Ya que las
puertas orientales se abren hacia la carretera, hay muchos viajeros y mucha
actividad. Sin embargo, desde que hay muchos forasteros, el orden público no es
muy bueno. Miro alrededor, tratando de encontrar un puesto lo más cerca posible
de la plaza central donde podamos comprar lo que necesitamos. Compro algunas
cosas parecidas a emparedados, con jamón y queso apilados entre rebanadas finas
de pan, envolviéndolos en una tela que había traído conmigo, poniéndolos en mi
bolso.
“Fran,
¿cuántas personas viven en el orfanato en este momento? ¿Qué debería traer para
ellos?
“…Creo que
en este momento hay entre ochenta y noventa personas. En general, no se les da
nada dulce para comer, por lo que tal vez pueda sugerir una fruta que sea fácil
de cortar, o tal vez frutas pequeñas como las de allí.”
Mientras
Fran me sostiene en lo alto, uso mi alto punto de vista para mirar los puestos
que nos rodean. Puedo ver tres puestos de venta de frutas. Caminamos entre
ellos, para compararlos y ver cuál de ellos tiene un precio razonable.
“Estas... son
las bendiciones de los dioses,” Gil dice.
“¿Huh?”
Tan pronto
como lo escuchamos hablar, Fran y yo miramos por encima de nuestros hombros.
Detrás de nosotros, vemos que Gil ha cogido arbitrariamente una de las frutas
amontonadas desde uno de los puestos y la está mordiendo confusamente. Lutz,
quien había estado sosteniendo la mano de Gil para que así no saliera
corriendo, se quedó congelado, con los ojos bien abiertos debido a su
incredulidad.
“¡¿Gil?!”
“¡Hey, niño!
No pagaste por eso. ¡¿Estás intentando robarme a plena luz del día, y justo en
frente de mi tienda?!”
La mujer trabajando
en el carrito golpea a Gil sin siquiera esperar una respuesta. Gil me mira,
estupefacto, sosteniendo un bralle
medio comido, el cual es similar a un durazno. Inmediatamente le pido a Fran
que me baje, sacando algo de dinero.
“Lo siento
mucho, señora. Él ha vivido una vida muy protegida y no sabe mucho sobre el
mundo. Él solo acaba de aprender sobre el dinero. Le pagaré, así que no llame a
los guardias.”
“Lo siento,
señora,” Lutz dice. “Se suponía que debía estar vigilándolo.”
Le pago
mientras ambos nos disculpamos copiosamente. Ella mira a Gil en shock, luego se
encoge de hombros.
“Mi
palabra. No me importa qué tan rica sea la familia de la que él proviene, si
caminas con él, deberías prestar más atención.”
“Nosotros realmente
lo sentimos mucho, señora,” digo. “Hey, Gil, deberías disculparte, también.”
“¿Ah? Um,
l... lo siento.”
Con
indicaciones, él se disculpa temblando, viéndose completamente perdido en
cuanto a qué hacer.
“Gil, ¿te
gustó ese bralle?"
“S...
sí...”
Él se queda
mirando la fruta a medio comer, preocupado. “Está bien comerlo ahora, lo pagué,”
le digo aquello mientras saco dos paños envueltos más de mi bolsa, uniendo las
esquinas para hacer dos bolsas de tela.
“Señora,
¿podría tener cinco bralles en cada una de estas bolsas, por favor?”
“Seguro.”
Nos
disculpamos comprando los regalos para el orfanato en su puesto, luego
regresamos a la plaza central. Y tengo a Gil, como un castigo, llevando las
bolsas. Me imagino que mientras sus dos manos se encuentren llenas, será mucho
menos probable que haga algo inesperado.
“Cuando te
dé tu salario, me aseguraré de enseñarte cómo funciona el dinero, pero hasta
entonces, no toques ninguno de los productos en ninguna tienda,” le digo.
“…Está
bien.”
Cuando nos
dirigimos hacia el norte por el camino principal de regreso hacia el templo,
conmigo entre los brazos de Fran, Lutz me mira.
“Hey, Maine.
Antes de regresar al templo, ¿podemos hablar con el Maestro Benno?”
“Sí. Estaba
planeando pedirle que me consiguiera un juego de té y utensilios de cocina, así
que es una idea bastante buena.”
Lutz corre
hacia la tienda, la cual está llena de actividad a medida que se abre de nuevo
después del almuerzo. Le pido a Fran que me baje, y me dirijo a la tienda a mi
ritmo normal y pausado. Gil, con ambas manos aún llenas de bolsas, me sigue.
“Maine, el
Maestro Benno está esperando por ti”, Mark dice, saliendo para saludarme cuando
me acerco.”
“Buenas
tardes, Señor Mark,” le contesto.
Me dirijo a
la oficina trasera, con Fran y Gil a cuestas. En el interior, Lutz está de pie
frente al escritorio de Benno, terminando su informe. Tan pronto como Benno me
ve, se levanta, se acerca, me agarra bajo su brazo y me levanta.
“Maine, ¡realmente
lo has hecho esta vez! El solo hecho de poder mirar una cocina que utilizó un
noble será una gran referencia para ese Restaurante
Italiano.”
Sacude mi
cabello con tanta fuerza que hace temblar mi cabeza. Está tan sobreexcitado que
Fran, quien solo conocía a Benno por la forma en que había estado actuando en
el templo, retrocede debido al shock.
Alejo su
mano, le pido que me baje y voy a sentarme en la misma mesa de siempre.
“Me dijeron
que puedo traer cocineros para usar la cocina en la oficina del director, así
que quería venir aquí para hablar acerca del uso de esta para comenzar a capacitar
a cocineros inmediatamente. La comida que ellos prepararan se usaría como
comida para mis asistentes, y cualquier cosa además de eso iría al orfanato, por
lo que ninguno de los ingredientes tendría que ser desperdiciado.”
“Hmm, ya
veo...” Benno dice, asintiendo, tomando notas en una tabla de madera.
“Desde que esta
será comida para mis asistentes, pagaría por los ingredientes, por lo que no le
costará nada en absoluto. Eso suena genial, ¿no?”
Proporcionar
comida para el orfanato es el deber de una sacerdotisa con túnica azul, así que
tengo que hacer lo que pueda para cumplirlo. Además, si considero que el
orfanato está lleno de niños hambrientos como Gil, a un nivel puramente
personal también quiero hacer algo al respecto.
Benno, sin
embargo, lo piensa por un tiempo, y luego sacude lentamente su cabeza.
“No, espera
un momento. El costo de los ingredientes será un gasto para la capacitación de
los cocineros, así que pagaré por estos. Si te dejo pagar por todo, entonces no
podré quejarme si decides que los cocineros trabajen para ti allí.”
Me encogí
de hombros ante su respuesta tan mercantil. Si él está ofreciendo asumir el
costo de los ingredientes, entonces es mejor que yo lo deje. En este momento,
aunque el Taller de Maine está técnicamente abierto a los negocios, al menos en
papel, en realidad no estoy ganando dinero.
“...Entonces,
¿qué tal si proporciono los fondos para el equipo y los utensilios de cocina
para la cocina, y usted paga por los ingredientes utilizados con fines de
capacitación?”
“Suena
bien, ya que solo voy a pedir prestada esa cocina por un tiempo como centro de
entrenamiento. ¡Está bien! Vamos a echarle un vistazo.”
Benno, tal
vez con demasiadas ganas de ver un horno, se pone de pie como si estuviese
terminando la conversación. Él tiene exactamente la misma expresión que Gil
cuando supo que tenía que ir a ver la ciudad. Todo esto, de alguna manera, me
deja perpleja.
“Señor
Benno, no podemos ir ahora mismo. La cocina aún no ha sido limpiada.”
“Es justo como
dice la Hermana Maine,” Fran dice, asintiendo enfáticamente al unísono con Gil.
“Aun no es un lugar donde nosotros podemos traer a un invitado como usted, ni
podemos servirle una taza de té satisfactoriamente.”
Sin
embargo, Benno está claramente lleno de curiosidad, interés y un deseo práctico
de ver el material de referencia para el restaurante italiano, y no presta ninguna
atención a nuestras opiniones. Él nos sonríe ampliamente mientras se pone una
chaqueta adecuada para usar dentro del templo sobre su ropa de calle.
“No soy un
invitado. ¡Soy un comerciante! Eres una aprendiza de sacerdotisa con túnica
azul la cual acaba de obtener sus propias habitaciones, y soy el hombre que
está allí para tomar el pedido de todas las cosas vas necesitar para
amueblarlas. Es sólo natural que la limpieza no haya terminado todavía, ¿no?
Además, quiero ver cómo luce antes de que hagas algo extraño allí.”
“Entonces,
¿usted va a ayudarme a limpiar, o qué?”
“¿Hmm? Por
supuesto que puedo ayudarte a limpiar. Comencé como aprendiz barriendo esta
tienda, ¿sabes?”
No sirve.
No hay nada que pueda decir para detenerlo. Benno quiere saber todo lo que
pueda acerca de la nobleza, y no va a dejar escapar esta perfecta oportunidad.
“...Fran, vamos
a rendirnos. No es como si tuviésemos un juego de té listo para cuando
terminemos de limpiar, de todos modos, por lo que ahora que se encuentra así,
podemos dejar que nos ayude a limpiar.”
“¡¿Hermana Maine?!”
Averiguar
cómo detener a Benno se ha vuelto lo suficientemente molesto como para que haya
dejado de preocuparme. Cada momento que pasamos en esta charla sin sentido es
un momento en mi tarde que no puedo usar para leer.
“Fran, tu
podrías no conocer este dicho, pero a veces solo tienes que tomar cualquier
ayuda que puedas obtener. Él mismo dice que quiere irse, y dice que puede
ayudarnos a limpiar, así que vamos a dejarlo trabajar. Solo quiero ir a leer un
libro.”
Los ojos de
Fran se ensanchan momentáneamente, entonces las comisuras de su boca se
contraen como si estuviese conteniendo su risa.
“...Lo
siento mucho, Hermana Maine, pero no se le permite entrar a la biblioteca sin
que yo esté presente. Si Benno nos acompaña cuando regresemos al templo, me temo
que no podrá leer.”
“¡¡Noooo!!”
Al final,
sin importar lo que intenté decir, Benno lo ignoró por completo, en vez de eso,
me arrebató y me arrastró. Por lo que, incluso aunque nosotros regresamos al
templo, no fui capaz de leer ningún libro.
Justo como
dijo Benno, después de que él recorriese las habitaciones de la oficina del
director, se quitó la chaqueta, dio instrucciones a Gil y Lutz y comenzó a
limpiar. Todos los demás, atrapados por su impresión, rápidamente se ponen a
trabajar también. Benno y Fran asumen las tareas que implican llegar a lugares
altos y los trabajos que implican mucha fuerza física, mientras que Gil y Lutz
toman los lugares bajos y los trabajos de detalle.
Desde que no
tengo fuerzas ni resistencia, y solo me interpondría en el camino de todos si
intentara ayudarlos, me quedo sollozando en la mesa del segundo piso, anhelando
desesperadamente un libro mientras relleno una formulario de pedidos para todas
las cosas que puedo pensar que voy a necesitar que Lutz entregue.