Las Cosas Que Debo Dar
Fran mira
de un lado a otro entre Gil y yo, luego abre lentamente su boca para hablar.
“Es el
deber del clero con túnica azul distribuir las bendiciones de los dioses, más
bien, las necesidades de vida--entre sus subordinados. Cuando un sacerdote o
sacerdotisa con túnica azul se une al templo, se les da asistentes, a quienes
les otorgan habitaciones y vestimenta para que así sus asistentes puedan vivir
junto a ellos.”
“Dado que no
tengo una habitación en el templo,” digo, “¿es cierto que mis asistentes aún
deben seguir viviendo en el orfanato?”
Fran
asiente lentamente. “Esencialmente, sí. Adicionalmente, con respecto a sus comidas:
un sacerdote come primero, luego sus asistentes y aprendices cenan el resto,
luego lo que resta de eso es llevado al orfanato como las bendiciones de los
dioses. Podría notar que es natural, como tal, que las bendiciones otorgadas a
un asistente sean mucho más abundantes que las otorgadas a los huérfanos.”
No quería
separarme de mi familia, por lo que mi principal preocupación era asegurarme de
no tener que ir al orfanato. Me alegró que me dieran el derecho de seguir
viviendo en casa, sin embargo, no había pensado en cómo eso rompería las
costumbres del templo y afectaría a mis asistentes.
“Entonces,
Fran, dado que fuiste reasignado del servicio del Padre Ferdinand al mío,
¿fuiste forzado a abandonar sus habitaciones y regresar al orfanato?”
Si ese es el
caso, entonces sería natural que él estuviese deprimido por su degradación y
arremetiera por eso. Fran no ha sido nada más que extremadamente útil, pero
realmente no he hecho nada para pagarle aun. Había planeado derrochar el pago
del fin de semana para darle algo, sin embargo, podría necesitar hablar con el Sacerdote
Principal lo antes posible para mejorar sus condiciones de trabajo.
“No, yo no
he tenido que mudarme de sus habitaciones. Delia, creo, lo más probable es que
tampoco haya tenido hacerlo. Cuando no está en el templo, ayudo al Padre
Ferdinand en el cumplimiento de sus deberes y, como tal, puedo comer allí.”
Ahora que
pienso en ello, el Sacerdote Principal dijo que estaba inundado de trabajo y
que él no tenía suficientes personas capaces de ayudarlo, ¿cierto? Así que no
pienso que él deje a alguien como Fran lejos de él cuando no estoy cerca. Dejé
escapar un pequeño suspiro de alivio, feliz de escuchar que no había sometido a
Fran a nada terrible.
“Entonces,
en otras palabras, ¿tal vez estás diciendo que el único afectado por esto es
Gil?”
“Creo que podría
estar enojado por no haber cumplido sus expectativas de recibir un mejor
tratamiento. En el orfanato, independientemente de si haces tu trabajo o no,
las bendiciones de los dioses se distribuyen por igual. Sin embargo, no es
infrecuente que los asistentes que no realizan sus tareas sean reemplazados.
Personalmente, encuentro que el pensamiento de que alguien podría esperar recibir
bendiciones como si fuera un asistente, mientras que este en realidad no cumple
con sus deberes, es desagradable.”
Fran, quien
se enorgullece de su trabajo, mira brevemente a Gil.
“...
Entonces, en tu opinión, no hay problemas con las cosas como están
actualmente.”
“Sí,
Hermana Maine.”
“Entonces,
tal vez deba mantener el status quo por ahora, y asegúrame de prestar atención
a que esto pueda incomodarte, Fran. ¿Eso suena razonable?”
Se detiene
por un momento, posiblemente comparando cómo están las cosas ahora y cómo podría
ser si tuviera mi propia habitación. ... Por supuesto, Hermana Maine,” Fran dice,
asintiendo en silencio.
Sin
embargo, tan pronto como comienzo a pensar que esta conversación ha terminado,
Gil comienza a hablar de nuevo.
“Sí, Fran,
Fran, bien, ¿y yo que? ¡También soy un asistente, igual que él!”
“... ¿No
crees que aquello está un poco fuera? Tú dejaste bien claro que no me
consideras tu maestra, ¿verdad? ¿Por qué, quizás, pensarías que yo, quien no
soy tu maestra, debería proporcionarte tus necesidades diarias?”
Sin importar
cómo lo mire, nada de lo que ha hecho parecen ser las acciones de un asistente
que busca mejorar sus condiciones de trabajo.
“¡¡Es tu
deber como sacerdote con túnica azul! ¿Q-Qué sería diferente si hiciera mi
trabajo aunque no me estén dando comida o una habitación?”
“Te pagaría,”
le contesto.
He estado
pensando sobre esto, al igual que Benno le paga a Mark y Lutz un salario, debo
asegurarme de pagarles a mis asistentes. Por supuesto, según la cantidad de
trabajo que ellos realicen y la calidad del resultado, su salario cambiará. No
hay forma de que le pague a Fran y Gil el mismo salario.
“... ¿Qué
es 'pagar'?”
Gil
parpadea un par de veces, inclinando su cabeza en confusión. Lutz resopla con
una risa, lanzándole las palabras anteriores de Gil de regreso.
“Qué, en
serio ¿no lo sabes? Trabajas, luego te pagan. Todo el mundo sabe eso, ¿verdad?”
“N-no, ¡no
lo saben!”
“Pagar es
tu recompensa por hacer tu trabajo. Es dinero que se pagará a los asistentes
que trabajan para mí.”
“¿Dinero?
... Ah, ahh, dinero, huh.”
Tal parece
que Gil tampoco sabe nada acerca del dinero, por la manera en que todavía está
inclinando su cabeza, sin embargo, cuando sus ojos se encuentran brevemente con
los de Lutz, muestra una expresión de complicidad.
“Yo, por mi
parte,” le digo, “por supuesto que me sentiría obligada a preguntarle al Sacerdote
Principal sobre la adquisición de una habitación para alguien que trabaja duro
como Fran, pero no veo la necesidad real de meterme en el problema de tales
negociaciones para alguien como tú, Gil, que no trabaja en absoluto. No hay
necesidad en lo más mínimo. Eso reduciría mi tiempo de lectura, ¿verdad?”
Mis mañanas
son ocupadas asistiendo al Sacerdote Principal y mi hora de almuerzo debe ser utilizada
para comer. Todo eso ya reduce mi limitado tiempo para leer, así que no hay
manera de que yo realmente quiera perder más.
“Ahora
bien, Fran. ¿Podrías por favor guiarme hacia la cámara del Sacerdote Principal?
Lo ayudaré con su papeleo esta mañana.”
“Por
supuesto, Hermana Maine.”
Fran toma
la iniciativa, seguido por mí y Lutz, con Gil detrás.
“Hey,” Gil dice,
“si hago mi trabajo, las cosas cambiarán, ¿verdad?”
“Por
supuesto,” le contesto. “Planeo completamente compensarte por cualquier trabajo
que realices.”
◇◆◇
“Pido
disculpas por la intrusión, Padre Ferdinand,” Fran dice mientras camina por la
puerta de la habitación del Sacerdote. “La Hermana Maine ha venido a verle.”
El Sacerdote
Principal levanta la vista de su escritorio. “Ah, ¿lo hiciste? ¿Cómo te
sientes?"
“Gracias
por su preocupación, Padre,” le respondo, “pero me siento bastante bien hoy.
Esto es pura conjetura, pero creo que mi colapso anterior puede haber sido un
efecto secundario de las dedicatorias. ¿Sabe si la condición física de una
persona empeora cuando su cuerpo no está cargado con maná?”
Él deja su
bolígrafo, mirando hacia el espacio como si él buscara a través de sus
recuerdos. “Sé que personas han muerto después de que sus reservas de maná se
agotaron por completo, pero nunca he oído que alguien se debilite físicamente
si no mantienen maná en todo su cuerpo. Podría ser una peculiaridad del
Devorador.”
“¿Una
peculiaridad del Devorador?”
“Es
posible. Ya es raro encontrar individuos con Devorador, y desde que a menudo
mueren jóvenes debido a poseer demasiado maná, no se ha estudiado con gran
detalle. Casi no hay personas con tanto maná como tú que hayan conseguido mantenerse
con vida. Es algo que me gustaría mucho estudiar más de cerca.”
Él fija sus
ojos sobre mí, pareciendo un científico loco que acaba de encontrar su tema de
investigación perfecto, y escalofríos me recorren la espalda. Lucho contra las
ganas de huir inmediatamente de su abrumadora curiosidad, en lugar de cambiar
el tema con fuerza.
“Tengo otra
pregunta. Si recuerdo correctamente, a veces se pide al clero con túnica azul
que vaya al cuartel de los nobles para realizar rituales, ¿no es así? ¿Hay
algún tipo de ropa en particular que deba adquirir, o...?”
“Hay
rituales que deben realizarse cada año, pero no hay muchos que requieran un
aprendiz como tú. No hay ninguna ropa en particular que necesites, pero sería
mejor si tuvieras una túnica azul ceremonial. ... Hablando de eso, ¿dónde están
tus túnicas?”
Cuando me señala
eso, repentinamente recuerdo que aún no me he puesto mis túnicas.
“Me dijeron
que podría ser peligroso para mí sacar mis ropas del templo, así que tenía la
intención de ponérmelas cuando llegara aquí.”
“¿Qué hay
de peligroso sobre eso?”
“Podría ser
confundida con la hija de un noble, ser secuestrada y pidan rescate por mí. Un
momento, por favor, si me permite...”
Metí la
mano en la canasta de Lutz, que él dejó a sus pies, sacando mi túnica y mi
cinturón.
“¿Qué estás…?”
Lutz pregunta.
“Me estoy
poniendo mis ropas,” le respondo.
Metí mi
cabeza en la túnica, arreglando cuidadosamente la tela para que no se enrede en
mi horquilla, luego la abro por encima de mí, como suele hacer. Cuando mi
cabeza sale, me doy cuenta de que Fran, en algún momento durante este proceso,
se ha arrodillado a mi lado. Él tiene su mano extendida, con una expresión
torpe en su rostro.
“¿Hay algo
mal, Fran?”
“..Tenía la
intención de ayudarle a vestirse,” Fran responde.
“Ah, um...
¿podrías ayudarme con mi faja, por favor?”
Probablemente
no debería mencionar que es algo que yo misma podría hacer fácilmente. Necesito
averiguar cuál es realmente el trabajo de un asistente, de alguna manera.
Mientras me quedo tranquila, mis brazos se levantan mientras Fran ata mi faja a
mi alrededor, el Sacerdote Principal me mira con exasperación.
“Maine, por
favor, cambia en tu propia habitación. Esto es desagradable.”
Inesperadamente,
el tema de tener una habitación propia surgió por sí solo. Debido a que sé que
voy a tener que cambiarme todos los días, me pregunto ¿si podría pedir prestado
algún tipo de vestuario o cuarto de almacenamiento?
“... ¿Me va
a dar una habitación?”
“No, me
equivoqué. Al hablar acerca de tu situación con el Reverendo, pude asegurarte
el derecho a vivir en casa preguntándole si preferiría que te dieran una
habitación en la parte del templo reservada para la nobleza. Desde que parecía
feliz de negarte eso, no te puedo dar una habitación.”
Realmente
no conocía que el Sacerdote Principal era el único sacerdote que pensaba que
permitirme hacer algo conveniente, como venir al templo desde mi hogar, era una
buena idea. Tal parece que él se ha estado inclinando hacia atrás por mi bien
cuando no he estado cerca.
“Um, Padre
Fernando, ¿no hay habitaciones fuera del área de nobles que pueda utilizar?”
Esta idea
parece tomarlo por completo por sorpresa. Me frunce el ceño con tanta
intensidad que creo que podría haberme malinterpretado por completo. Mientras
me mira con total incredulidad, trato desesperadamente de explicar mi
pensamiento.
“Como usted
bien sabe, aunque estoy vistiendo túnicas azules, no soy un noble. Y como tal,
no tengo ninguna expectativa de que me den una habitación que de otra manera
sería usada por la nobleza. Si pudiera tener un lugar para guardar mis
pertenencias y vestirme, así como para que Lutz o Benno me esperen si vienen a
visitar, eso sería más que suficiente. ¿Hay tal vez un almacén que pueda utilizar
para este propósito?”
Los ojos
del Sacerdote Principal se abren completamente. “¡¿Quieres recibir invitados en
un almacén?!”, Él me grita. “¿Qué tan grosera piensas ser?”
Claro, que
esto sería grosero para mis visitantes, pero no más de cómo están las cosas en
este momento.
“Entiendo
lo que usted está diciendo,” continúo, “Sin embargo, en este momento ni
siquiera tengo un almacén. Cuando Lutz ha venido a verme, ¿no se le ha pedido
que me espere fuera de las puertas del templo? Creo que es muy grosero pedirle
a un visitante que se pare fuera de las puertas mientras me esperan, ¿no es
así?”
“Incluso si
es simplemente por un corto período de tiempo, hacer que los invitados de una
sacerdotisa con túnica azul hagan eso es impensable...” Él se frota con
cansancio las sienes. “Al menos, voy a dar instrucciones a los guardias para
que los lleven a una sala de espera.”
Parece que
los plebeyos que visitan por alguna razón desconocida reciben un trato
diferente al trato de las personas que visitan a una sacerdotisa de túnica
azul. Puedo decir que ahora mismo, él se está recordando a mí mismo que no solo
soy una chica pobre y corriente, sino una aprendiz de sacerdotisa con túnica
azul.
“...Padre Ferdinand,”
Arnaud dice, “¿podría sugerir que se permita a la Hermana Maine utilizar la
oficina del director del orfanato? Están lejos de las partes del templo
utilizadas por la nobleza, sin embargo, son habitaciones utilizadas
anteriormente por una sacerdotisa con túnica azul, por lo que creo que no
habría problemas para que los invitados visiten esas habitaciones.”
Cuando él
dice eso, una perturbación tranquila ondula a través de los otros sacerdotes en
la sala. El Sacerdote Principal hace una expresión difícil, pensando por un
momento, y luego asiente.
“Muy bien
entonces. Maine, puedes utilizar la oficina del director del orfanato.
Utilízala de ahora en adelante cuando te cambies de ropa o recibas visitas.
Cuando tu trabajo aquí haya terminado, Fran te las mostrará.”
“Lamento mucho
si estoy hablando fuera de lugar,” le digo, “pero, ¿podríamos hacer eso
primero? Lutz ha venido conmigo hoy para hablar con Fran sobre el tema del
manejo de mi condición física. Necesitarán un lugar donde puedan tener esa
conversación.”
Pensé que
esta era una oportunidad perfecta, pero el Sacerdote Principal sacude la
cabeza.
“La oficina
del director ha estado cerrada durante bastante tiempo, por lo tanto se
necesita suficiente trabajo para que se pueda usar de inmediato. Como vas a
estar trabajando aquí en esta sala, debería estar bien que discutan aquí. Fran,
utiliza esa mesa allí, por favor.”
“Gracias, Padre
Ferdinand,” Fran dice.
Fran y Lutz
se acercan a la mesa que señala el Sacerdote Principal. Mientras los veo ir, me
doy cuenta de que Gil, quien parece tremendamente aburrido, sigue adelante.
“Padre Ferdinand,”
le digo, “si esas habitaciones necesitan tanto mantenimiento, entonces ¿no es
esa la razón por la que sería mejor para mí acceder a ellas ahora? Si pudiera
hacerlo, entonces tal vez esta mañana, mientras trabajo aquí, podría hacer que
Gil las limpie.”
“¿Qué?
¿Yo?”
Gil se
señala a sí mismo, sorprendido de cómo se le había asignado un trabajo de
repente, mirando a su alrededor para ver si realmente yo quería decirle a
alguien más. Los otros sacerdotes en la sala se miran unos a otros,
sorprendidos. “¿Ella está confiando en él para hacer eso?” Murmura uno. “Escuché
que lo enviaron a la sala de reflexión por negarse a barrer el salón de
adoración,” susurra otro. Parece que la falta de ética en el trabajo de Gil es
famosa.
“… ¿Hm?” Le
digo, ligeramente. “¿No sabes cómo?”
“¡Por
supuesto que sí!”
“Ah", le
respondo. “Espero ver lo que puedes hacer, entonces. ¡Haz tu mejor esfuerzo!”
Mientras
animo a Gil, el Sacerdote Principal le entrega una llave a un joven aprendiz con
túnica gris, quien a continuación, saca a Gil de la habitación. El Sacerdote
Principal los observa marcharse, luego, cuando la puerta se cierra con un clic,
se gira para mirarme.
“¿Estás segura
de que eso fue una buena idea?,” Me dice.
“Si no le
doy ningún trabajo, entonces nunca podré darle una adecuada evaluación,” le
respondo.
Cuando el
aprendiz de sacerdote regresa con la llave, Lutz y Fran ya están profundizando
en su discusión acerca de cómo controlar mi condición, y yo ya he comenzado a
ayudar al Sacerdote Principal con su papeleo.
Hoy, el
trabajo que me han asignado consiste en balancear los libros de contabilidad. “Ya
que eres una comerciante, esto debería ser simple,” Sacerdote Principal dijo.
Los cálculos en sí son bastante simples, pero sin importar cuánta fe tenga en
mi capacidad de manejar todo esto por mi cuenta, en realidad estoy un poco
perpleja. En particular, hay algunas cosas aquí que no coinciden con nada con
lo que esté familiarizada.
“Los
cálculos son los mismos a los que estoy acostumbrada,” le digo, “pero parece
que la contabilidad del templo difiere de varias maneras a las que suelo
encontrar. ¿Cuál podría ser este artículo aquí, ‘la voluntad de los dioses’? De un vistazo, parece ser la entrada
más común en los gastos.”
Algunos de
los otros gastos son cosas como ‘ofrendas
a los dioses’, ‘flores a los dioses’,
‘agua a los dioses’, e incluso ‘afecto de los dioses’. La idea de administrar
este libro de cuentas, lleno de elementos crípticos alineados relacionados con
dioses, es muy aterrador.
El Sacerdote
Principal, en respuesta a mi pregunta, me mira con una expresión perfectamente
en blanco por un momento. “Quizás esto sea demasiado”, murmura para sí mismo, a
continuación señala una pequeña sección del libro de contabilidad.
“... Me
gustaría que repasaras estos números por mí hoy,” él dice.
“Por
supuesto,” le contesto. “...Lutz, ¿me prestas tu pizarra? Parece que me he olvidado
la mía.
“¿Huh? Oh,
sí, aquí.”
Lutz
revuelve su cesta, a continuación saca su set de pizarra de aprendiz. Lo tomo
prestado de él, luego comienzo a trabajar con los números en la sección
indicada del libro de contabilidad. Mientras trabajo, el Sacerdote Principal mira
como si algo fuera inusual, pero como no me hace ninguna pregunta, lo ignoro y
me concentro en mi trabajo.
“... Eres
rápida en eso,” él comenta.
“Ah, ¿lo
soy?” Respondo, sin compromiso.
Solo estoy
acostumbrada a eso después de haberlo hecho mucho en las puertas. Hacer todas
estas matemáticas de esta manera solo me hace anhelar una calculadora
electrónica real.
A medida
que continúo concertadamente repasando estos números, escucho la cuarta campana
que indica que es hora de almorzar.
“Eso es
suficiente por hoy,” el Sacerdote Principal dice. Cuando él dice eso, los
diversos sacerdotes en la sala comienzan a dar vueltas, ordenando todo.
“Maine,” él
dice, “esta es la llave de la sala del director del orfanato. Por favor déjala
con Fran para que no lo pierdas. Además, aquí está tu parte de la donación que trajiste.”
Me entrega
una moneda grande de plata y seis pequeñas. Él menciona que podría parecer
extraño obtener una parte del dinero que doné, pero como se divide entre todos los
clérigos de túnica azul, esta es mi parte.
“Desde que
tienes una habitación ahora, esta es una oportunidad tan buena como cualquier
otra. Trae esos contigo también.”
Él echa un
vistazo a uno de los estantes de la esquina, donde los regalos que Benno había
traído están cuidadosamente apilados. Desde que había colapsado antes de que se
pudiese hacer algo con ellos, parece que han estado allí colocados desde
entonces. La tela finamente tejida, un pote llena de Rinsham y una pila de papel vegetal envueltos cuidadosamente en
paquetes de tela.
Fran recoge
los paquetes, Lutz lleva su cesta a sus hombros, yo tomo la llave y los tres
nos dirigimos a la oficina del director del orfanato. Mientras caminamos, Fran
comienza a explicarnos algunas cosas acerca de la habitación a la que nos
acercamos.
“Los dos
edificios de tres pisos a cada lado del salón de adoración pertenecen al
orfanato. Los niños y las niñas están separados dentro de los dos edificios,
con el salón de adoración entre ellos. La oficina del director, que usted
usará, está en el dormitorio de los niños.”
“¿Huh? ¿No
era la persona que usaba esas habitaciones una sacerdotisa? ¿Por qué estaría en
el dormitorio de los chicos?”
Fran parece
preocupado por un momento, sus ojos vagan por los pasillos, y a continuación
deja escapar una pequeña risita.
“Quizás
podría ser mejor si usted no conoce todos los detalles,” él dice.
“…Ya veo.”
Tengo
curiosidad por lo que está escondiendo, pero dada la fuerza y la obstinación
con que presiona sus labios, no parece probable que pueda sacárselo.
“El
orfanato está muy cerca de las puertas,” Lutz dice. “Podrás cambiarte justo
después de llegar, así que esto es realmente genial para ti, ¿no?”
“Sí, así
parece,” le respondo.
“Hermana Maine”,
Fran dice, “la entrada a la oficina del director está en el lado opuesto del
edificio desde las puertas, de modo que hay un camino recto desde allí hasta la
sección de los nobles del templo. Está separado de las otras entradas para que
los huérfanos no entren por error, así que tenga cuidado de no confundir las
entradas.”
Intento
ocultar mi agitación del montaje. Basado en cómo Arnaud se refirió a la
habitación, el hecho de que el Sacerdote Principal se mostró reacio a dejarme
usarla y el hecho de que está en el dormitorio de los chicos, incluso si usa
una entrada separada, todo se combina para darme la sensación inquebrantable.
Que esta es una propiedad seriamente no deseada.
“Esto es
todo, Hermana Maine.”
Gil debe
haber estado limpiando, supongo, porque la puerta de entrada está ligeramente
abierta. Cuando Fran abre la puerta, Gil está de pie allí mismo, con el pecho
hinchado con orgullo.
“Heh heh,
¿Te gusta?”
En el otro
lado de la puerta hay un pequeño pasillo que parece cumplir una doble función
como área de recepción, y un poco más allá, puedo ver una escalera que sube. La
mitad de la habitación ha sido barrida impecablemente, pero la otra mitad deja
algo que desear.
“Esta parte
está realmente limpia,” le comento.
Cuando me
muevo para abrir una puerta en el lado derecho del pasillo, Gil me detiene. “No
he llegado hasta así aún,” dice. Miro alrededor de la habitación y veo otra
puerta, está en el lado izquierdo. Cuando me giro para mirarla de frente, Gil
me detiene de nuevo. “Tampoco lo conseguí", dice. Miro a mi alrededor otra
vez, pero no veo ninguna otra puerta en el primer piso.
“Gil,
¿dónde exactamente limpiaste?”
“¡Tu
habitación, obviamente! ¿Por qué yo no debería dejar las habitaciones que el
resto de nosotros vamos a utilizar para más adelante?”
Gil se
dirige a la escalera, refunfuñando sobre cómo se había esforzado tanto para
limpiar la mitad del pasillo que lleva de la puerta a la escalera, y cómo la
única cosa a la que estoy prestando atención es lo sucio que está todo lo
demás. Tal parece que él le dio un trato preferencial a las habitaciones que
yo, su maestra, estaría usando. Él podría tener un lado inesperadamente lindo
después de todo. Cuando miro la escalera, que ha sido pulida tan bien que
brilla, no puedo evitar reírme un poco.
En la parte
superior de la escalera se encuentra la habitación de un noble. Es claramente más
grande, con una variedad de muebles colocados a lo largo. En el centro de la
sala, posicionada para recibir visitantes, se encuentra una mesa redonda,
lujosamente decorada, con cuatro sillas colocadas alrededor. A lo largo de las
paredes hay un armario, un conjunto de estantes y una caja de madera tallada
con un árbol grande y magnífico. En la esquina se encuentra ubicada una gran cama.
No hay una
gran diferencia entre la forma en que esta sala se encuentra organizada y la habitación del Sacerdote
Principal. A juzgar por el hecho de que hay tantos muebles extravagantemente
finamente elaborados aquí, es muy fácil ver que la anterior propietaria de esta
habitación era una joven noble.
“¿Nadie más
está usando este mueble?” Pregunto. “Todos estos son muy, muy bonitos.”
“Pertenecen
al propietario anterior de la habitación,” Fran me dice.
“La
anterior... bueno, como sea. No preguntaré. Estaré feliz de usarlos yo misma.”
No me
siento particularmente inclinada a gastar un montón de dinero reemplazándolos
con mi propio mobiliario, por lo que probablemente no debería hacer ninguna
pregunta que no quiera que me respondan.
Le pido a
Fran que deje los regalos de Benno colocados en uno de los estantes impecables.
Usaré el guardarropa para guardar mis ropas azules y ropa bonita.
“Gracias,
Gil. Este lugar se ve genial.”
“¡¿Um?! ¿Ah?
Y, si Quiero decir, lo limpié, después de todo, así que por supuesto se verá genial.”
Él adopta
una pose orgullosa, inflando su pecho, pero obviamente se está sonrojando
ferozmente. Su rostro está un poco alejado de mí, pero todavía puedo ver su
rostro arder, como si esta es básicamente la primera vez que lo han elogiado
antes. Sigue mirándome rápidamente, con una mirada en los ojos como si
intentara decirme que lo alabara más. Es inmediatamente obvio que él no está
acostumbrado a escuchar tales elogios. Ya que me lo asignaron como una manera
de acosarme, no es difícil imaginar que era un niño problemático que fue
reprendido constantemente y nunca alabado.
Uno de los
fundamentos de la disciplina en el hogar es elogiar a un niño cuando hace las
cosas correctamente.
“Gil, me
gustaría elogiarte un poco más, así que agáchate, ¿por favor?”
“¿Huh?
¿Así?”
Gil se
arrodilla. Se me ocurre brevemente que el hecho de que fuese tan rápido en usar
tal postura para orar probablemente sea debido a cómo fue criado aquí. Ahora
que su cabeza es más baja que la mía, extiendo mi mano hacia su cabello rubio
claro. Gil, sin tener idea de lo que voy a hacerle, mira mi mano cuando se
acerca, con una expresión dudosa en su rostro.
“Eres un
buen chico, Gil,” le digo, acariciándole la cabeza. “Has hecho un gran trabajo.”
Si tuviese
que probar esto con Lutz, probablemente me diría que no lo tratara como a un
niño y se volvería bastante malhumorado. Gil, sin embargo, luce momentáneamente
sorprendido, sus ojos se ensanchan, antes de comenzar a parecer que está al
borde de las lágrimas. Él mira hacia abajo, ocultando su rostro, lo que me hace
retirar mi mano, pero cuando lo hago, en voz baja, dice, “más, por favor.”
“Se ve muy
bien aquí”,” le digo. “Debes haber trabajado muy duro para hacerlo todo solo.”
Las orejas
de Gil son de un rojo brillante mientras está arrodillado allí tranquilamente,
y le acaricio la cabeza. Realmente, realmente quiero echar un vistazo para ver
qué tipo de cara está haciendo en este momento, pero aplasto ese impulso y me
ordeno no intentarlo.
He aprendido
una valiosa lección. Las cosas que debería darle a Gil no son simplemente
comida y refugio más allá de lo que el orfanato le está brindando. Lo que él necesita
es mi agradecimiento y alabanza.