Capítulo 216. El Predecesor del Señor de las Bestias
Nuestra
participación en el torneo nos ha proporcionado una gran cantidad de beneficios
y ganancias, la más importante de estas es la evolución de Fran. Estoy bastante
seguro de que probablemente hubiésemos acabado golpeando un muro si no
hubiéramos venido a Ulmutt.
Nuestra
estadía en la ciudad también nos permitió conocer lo que la Tribu Gato Negro
necesita para evolucionar, tanto individual como una raza. Esos dos
conocimientos son, en opinión de Fran, probablemente dos de los datos de
inteligencia más importantes que hemos aprendido hasta la fecha.
Otra cosa
importante a destacar es que pudimos enfrentarnos a una serie de oponentes
increíblemente poderosos. Perder con Amanda nos causó un poco de frustración,
pero finalmente aceptamos eso y seguimos adelante. Ambos entendimos que era
importante para nosotros aprender de la derrota, y por lo tanto, utilizaremos
esto, en nuestras otras batallas, para así llegar a una mejor comprensión de
nuestras fortalezas y debilidades. Incluso hemos llegado a deducir algunas
estrategias nuevas que podríamos utilizar en combate.
Honestamente,
la única razón por la cual pudimos aprender tanto fue porque entendimos que
había una red de seguridad, y que ni nosotros ni nuestros oponentes moriríamos
independientemente de cómo terminara la batalla.
Las
conexiones que creamos con el Señor de las Bestias nos permitieron conocer el
estado actual de la Tribu Gato Negro. También es una ganancia bastante
significativa considerando que eso le quitó un peso a Fran.
Por último,
pero no menos importante, está el hecho de que Fran ha obtenido un apodo
realmente genial.
[Oh, maldita
sea, ¡Fran! ¡Al menos trata de mantenerte despierta!]
[Mmph... Aun... despierta...]
[Solo espere un
poco más, ¿está bien? Especialmente porque finalmente es tu turno.]
[Nn...]
[¿Qué tal? Te
daré algún tipo de recompensa si pasas toda la ceremonia sin quedarte dormida.]
[Nn. Tipo de curry que no he probado.]
[De acuerdo,
claro. Te haré algo, así que solo piénsalo, concéntrate y no te duermas.]
[Uhmm... ¿Hay una Gata Negra llamada Fran presente? Si
es así, es su turno ahora, así que por favor suba al escenario.]
[Vamos, te están
llamando.]
[Nn.]
El Señor Feudal de Ulmutt, un hombre que estamos
viendo por primera vez, le otorga a Fran una medalla de honor cuando ella sube
al escenario.
Aparentemente, este tipo no es responsable de nada, se
queda allí sentado existiendo. Su enfoque para gobernar a Ulmutt está fuera de
lugar; Dias es la persona que realmente administra la ciudad y su
funcionamiento interno.
La medalla que nos entrega tiene tanto la cresta de
Ulmutt como el número 3 grabado en ella. Aparentemente, no es todo lo que obtendremos;
un premio de 100.000 nos será entregado más tarde.
[Luchaste espléndidamente.]
[Nn.]
Fran respondió de la manera usual, pero acabó usando
su habilidad Etiqueta de la Corte para ofrecerle una reverencia de buen gusto.
Aunque la combinación de estas dos en realidad no terminó pareciendo muy
cortés, dio lugar a una serie de halagos y una gran ronda de aplausos.
La única razón por la cual Fran se había molestado en
inclinarse fue en primer lugar porque le recordaba constantemente que
necesitaba asegurarse de ser cortés. No quería que la gente comenzara a
vigilarnos de repente porque no teníamos buenos modales.
◇◆◇
Y así, tres horas pasaron volando.
Ya nos habíamos propuesto visitar al Señor de las
Bestias nuevamente después de que la ceremonia llegara a su fin. Por lo tanto,
nos encontramos frente a la posada más cara de la ciudad junto a una gran
cantidad de otros hombres-bestia.
Nuestro destino es la habitación, o más bien, el piso,
que él había alquilado.
Escuché hablar a otros hombres-bestia mientras
avanzábamos entre la multitud.
La mayoría de los miembros de la multitud son nobles
que sirven bajo el Señor de las Bestias o sus asociados. Aparentemente habían
venido porque se habían dado cuenta de que el Señor de las Bestias estaba de
buen humor. A pesar de eso, él no está realmente dispuesto a ver a ninguno de
ellos. Los había excluido porque no había querido lidiar con ellos, supongo que
pensó que era demasiado molesto, y que finalmente no valdría la pena.
Sorprendentemente, los miembros de la multitud no se han
enfurecido por sus acciones. Parece que la mayoría realmente había esperado que
él actuara de la manera en que lo hizo, desde que aparentemente, su actitud
actual no se desvía en absoluto de lo que él considera la norma. Una gran parte
de la multitud aún había decidido visitarlo a pesar de sus expectativas porque
pensaron que era una oportunidad, y que realmente no tenían nada que perder si
permanecían cerca y comprobaban sus intenciones. Y el resto parecía pensar que sería
impropio de su parte ignorar al rey que gobierna su patria sin importar qué
tipo de actitud él planee adoptar.
El hecho de que todas las personas presentes sean hombre-bestias
también significa que todos saben exactamente quién es Fran. Como resultado, acabó
ganando una tonelada de atención.
Algunos de los nobles parecían querer llamar a Fran,
pero momentáneamente fueron disuadidos en el momento en que Urushi, quien
estaba en su tamaño normal, dirigió su mirada hacia ellos. Utilizamos el
impacto para deslizarnos entre la multitud y dirigirnos hacia la posada.
Yo tenía la sospecha furtiva de que en realidad no
accedería a vernos, pero resultó que eso estaba muy lejos de la realidad.
Específicamente le había ordenado al personal de la posada que permitieran que
Fran lo visitara, por tanto, pasamos la seguridad sin ningún problema.
[Bueno, no esperaba verte tan pronto.]
[Dime sobre Kiara.]
[Sí, sí, lo entiendo. Siéntate y hablaré.]
[Nn.]
Fran se levantó las orejas y se preparó para escuchar
al Señor de las Bestias mientras disfrutaba el té que Roche preparó para ella.
[Probablemente tenga más sentido que te cuente sobre mi
viejo, el Señor de las Bestias que derroqué, antes de decirte cualquier otra
cosa.]
[Entiendo.]
El predecesor del Señor de las Bestias fue un hombre llamado
Vairsas Narasimha. Era un hombre débil que albergaba muchas más dudas que
confianza. Él siempre estaba paranoico de que todo el mundo fuese por él. Sus
vasallos estaban aterrorizados, no de él, sino del hecho de que él era su rey. Él
era extremadamente débil para un León de Llama Dorada, y apenas logró obtener
la evolución al parasitar a sus predecesores. Eso, en sí mismo, no era
demasiado problema. Él no era el único Señor de las Bestias que había realizado
tales acciones, pero, a diferencia de sus predecesores, no tenía talento para
la guerra; él no era adecuado para el acto de comandar un ejército. La magnitud
de su propia debilidad lo llevó a desarrollar una especie de complejo de
inferioridad. Dicho complejo llevó a Vairsas a aterrorizarse de aquellos que
poseían un poder mayor que él. Y así, pronto comenzó a aislar y purgar a
cualquiera que llamara su atención.
Sus ridículas e idiotas travesuras habían causado que
su país cayera en un estado debilitado, lo cual duró hasta que Rigdis lo
derrocó.
La debilidad de Vairsas lo llevó a posar sus ojos sobre
la Tribu Gato Negro. No le había importado la tribu antes de su ascensión al
trono, pero, al aprender los secretos que la familia real retenía, cambió su
punto de vista.
Inmediatamente ordenó a la Tribu Gato Azul redoblar
sus esfuerzos para esclavizar a los miembros de la Tribu Gato Negro y al mismo
tiempo ordenarles que ellos vigilaran a cualquier Gato Negro que viviera fuera
de las fronteras de su país. Por supuesto, la razón por la que emitió la orden
fue porque estaba paranoico. Tenía miedo de que algún día un Gato Negro evolucionara
y lo destronara.
[Mi viejo fue tan patético que no fue capaz de hacer
nada más que ordenar la esclavitud de la Tribu Gato Negro]
Vairsas podría haber emitido fácilmente un decreto real
que exigía que la Tribu Gato Negro fuese llevada a la extinción. Eso hubiera
tenido más sentido.
Pero no lo hizo.
Él era demasiado cobarde.
El antiguo Señor de las Bestias temía que eliminar a
la Tribu Gato Negro incurriera en la ira de los dioses. Él no sabía si sus
acciones finalmente serían perdonadas. Además, le preocupaba que algún Gato Negro
que se deslizara entre sus dedos jurara vengarse. Su gran cantidad de preocupaciones
lo atormentaron y le impidieron siquiera pensar en tal opción.
[No es que esté diciendo que eso sea algo malo. Es la
única razón por la cual la Abuela Kiara sigue viva y pateando.]
Les había dicho a sus subordinados que trajeran a
Kiara ante él cuando supiera de ella a través de la Tribu Gato Azul.
El padre de Rigdis vaciló, no fue capaz de convencerse
a sí mismo para ejecutarla, y por lo tanto, había pensado algunas razones para
mantenerla cerca.
Lo primero fue hacer un ejemplo de ella. Él quería
demostrarles a los miembros de la Tribu Gato Negro que era imposible que lo
desobedecieran, independientemente de lo fuertes que terminaran siendo.
Lo segundo era demostrar el alcance de la noble
dignidad de la familia real. Él quería mostrar el hecho de que podía hacer que
una poderosa Gata Negra lo obedeciera.
Por esa razón Kiara había estado trabajando en el
palacio el día en que fue atacado y casi invadido.
[Mi viejo usó a los miembros de su tribu como rehenes
y la obligó a convertirse en su esclava.]
Ella fue asignada al deber de la basura, y por lo
tanto, finalmente terminó conociendo a Rigdis, Royce y Goldalfa.
El espíritu de Kiara nunca había roto incluso a pesar
de los muchos años de trabajo de esclava que había sido obligada a soportar. De
hecho, ella había confirmado que trabajar como una esclava era algo que
requería mucho menos esfuerzo que sumergirse en las mazmorras, y como
resultado, nunca había sufrido salvo que ella despreciara el horrible hedor que
tenía que soportar diariamente.
La Tribu Gatos Negro en su conjunto parecía haberse
acostumbrado a la esclavitud, ya que son más resistentes al sufrimiento que
cualquiera de las otras tribus.
[Conocer a la Abuela nos hizo cuestionar nuestras
creencias. Ya no entendíamos por qué todas las otras tribus despreciaban a la
Tribu Gato Negro, ni por qué sus miembros siempre se convertían en esclavos.]
El Señor de las Bestias y sus compañeros habían
reconocido la fuerza de Kiara. Era tan abrumadoramente poderosa que sopló por
completo sus ideas sobre la inferioridad de la Tribu Gato Negro fuera de la
superficie.
Por esa razón, el Señor de las Bestias terminó
haciendo una investigación, que lo llevó a descubrir el pecado que la Tribu
Gato Negro había cometido en el pasado, y la razón por la cual las cosas eran
así en aquel momento.
Llegó a creer que la forma en que los estaban tratando
era injusta, que no tenía sentido perseguirlos más debido a que ellos ya habían
sido castigados por los Dioses. E incluso comenzó a creer que era su deber como
un miembro de la familia real ayudarlos en su búsqueda de expiación.
Rigdis se dio cuenta de que sus predecesores solo
habían empeorado las cosas. El hecho de que ellos hubiesen llegado a destruir
documentos relacionados con la evolución de los Gatos Negros lo había dejado
desconcertado.
Como resultado, ni siquiera la familia real sabía
exactamente qué debía hacer un Gato Negro para poder evolucionar. Eso, en
parte, fue la razón por la que le prometió a Fran que difundiría el método en
todo su país si ella estaba dispuesta a compartirlo.
[Creo que podrías decir que estaba un poco disgustado
por cómo mi padre manejaba las cosas. Es por eso que me entrené según las
instrucciones de la Abuela Kiara, me hice aún más fuerte aventurándome, obtuve
seguidores, le patee el culo y tomé su trono para mí.]
Rigdis probablemente nunca lo admitiría,
independientemente de cómo lo interrogamos, pero me pareció que la razón por la
cual él había ido tan lejos como para ensuciar su reputación asesinando a su
padre era porque quería hacer algo por Kiara y los miembros de su tribu.
[Gracias.]
Fran también entendió sus sentimientos, y por esa
razón, incluso terminó inclinándose en gratitud.
[Sí, sí, ya basta. Solo hice lo que hice para
satisfacer mi propio ego. Que me hayas agradecido solo me está haciendo sentir
incómodo, mierda.]
[Nn. Entiendo.]
Fran reconoció sus palabras con las suyas, pero nunca
terminó por ceder. Ella en cambio simplemente continuó manteniendo una respetuosa
reverencia.