Capítulo
196. La Historia Posterior de Kiara
[Detente niña. Hey, idiota. Cuando dijiste Kiara, ¿te referías
a esa anciana? Ya sabes, la Abuela Kiara?]
La pregunta del Señor de las Bestias hizo que Sennek
respondiera con un sospechoso tono.
[¿Abuela Kiara?]
[Ella es taciturna, franca y orgullosa, pero a pesar
de ello una ridículamente habilidosa espadachín Gato Negro. Sé que ella ya es
una anciana, pero no recuerdo cuántos años tiene. ¿Lo sabes por la parte
superior de su cabeza, Royce?]
[Lord Rig, preguntar por la edad de nuestra maestra no
sería muy diferente a atarse una soga al cuello uno mismo.]
[¿Qué tal, Gold?]
[Estoy bastante seguro de que ella tiene más de 60
años.]
La respuesta de Goldalfa pareció coincidir con lo que nosotros
sabemos acerca de Kiara. Ella tenía 15 años 53 años atrás, por lo que
actualmente debería tener alrededor de 68.
[Basándonos en lo que nosotros hemos escuchado, yo diría
que la Kiara de la cual estos chicos están hablando es nuestra maestra.]
Parece que, a menos que yo estuviese malinterpretando
las cosas, Kiara en realidad fue la persona que le había enseñado al Señor de
las Bestias a luchar. Fran llegó a la misma conclusión, por lo que terminó
acercándose a él para demandar una respuesta más clara.
[Explicar circunstancias.]
[Sabes que soy el Señor de las Bestias, ¿no? ¿Qué hay acerca
de reformular eso un poco para que suene más educado?]
[Explicar.]
[Oh, maldita sea. ¡Está bien!]
El Señor de las Bestias comenzó a hablar afectuosamente
de sus recuerdos poco después de una última expresión de indignación.
Aparentemente, la primera vez que Rigdis conoció a
Kiara fue durante los primeros días de su juventud. En aquel entonces, ella
había sido una esclava que servía en la corte imperial. Sus deberes se centraban
principalmente en la eliminación de basura. En ese momento, él todavía era como
cualquier otro Hombre-bestia joven y travieso. Es decir, él pensaba que los
Gatos Negros eran inferiores, siguiendo los deseos de su padre.
Pero todo eso cambio. Su opinión de esa raza tomó un
giro completo de 180 grados no demasiado tiempo después de que él cumplió siete
años.
Un incidente ocurrió.
Un invocador de una nación hostil logró convocar a una
bestia demonio en el palacio real. En aquel entonces, el Reino de las Bestias
había entrado en guerra con un país vecino, por lo tanto, la mayoría de los
combatientes más competentes del palacio habían sido enviados al campo de
batalla. Desde que los guardias y los soldados responsables del palacio eran
relativamente débiles, el lugar fue básicamente invadido al instante. Tanto
Goldalfa, quien acababa de alistarse, y Royce, quien acababa de comenzar a
aprender magia, habían recibido graves heridas.
La situación se veía sombría. Ninguna de las tropas
dejadas dentro de los confines del palacio era capaz de lidiar con el Tirano Tigre
Dientes de Sable que lo había invadido. Para Rigdis, parecía que no quedaba más
remedio que abandonar el palacio.
O al menos así era como él se sentía hasta que ella entró
en acción.
Una esclava Gata Negra acabó haciendo lo que ninguno
de los soldados pudo y derrotó a la Bestia Demonio. El Tirano Tigre Dientes de Sable
en sí no era particularmente fuerte, aún era joven, y aun no alcanzaba su
madurez, sin embargo, aun así este tenía un Nivel de Amenaza Rango C.
Por lo tanto, él simplemente no pudo procesar el hecho
de que ella fácilmente lo matará armada con solo un trapeador.
Ser testigo de la técnica de la esclava Gata Negra había
causado que Rigdis se interesara en ella. Él se coló y eventualmente consiguió
hablar con ella, solo para descubrir que se llamaba Kiara, y que tenía una
personalidad franca y directa. En ese momento, Rigdis no tenía amigos, por lo
que inmediatamente se sintió apegado a ella.
La mezcla de su apego y admiración hacia ella lo llevó
a pedirle que lo tomara como su discípulo, por lo que pronto, ella comenzó a
enseñarle el arte del combate.
Sus instrucciones eran ridículamente difíciles, pero
demostraron ser más que efectivas, desde que hicieron que Rigdis se volviera
mucho más fuerte en un período de tiempo bastante corto. Al notar su rápido
progreso, tanto Goldalfa como Royce siguieron su ejemplo y se convirtieron en
los discípulos de Kiara.
Desde que Kiara no podía instruir al grupo en público,
fueron forzados a entrenar en una zona aislada, lejos de los ojos del público.
Específicamente, la ubicación que hicieron propia fue el sitio para eliminación
de la basura, un lugar con un olor tan horrible que automáticamente ahuyentaba
a todos los visitantes no deseados.
Rigdis había ofrecido liberar a Kiara, pero ella lo
rechazó firmemente. Su padre la había amenazado y le había dicho que asesinaría
a su tribu si ella escapaba.
La única razón por la que el padre de Rigdis la había
dejado vivir era porque sospechaba que ella podría serle útil en el futuro.
Al enterarse de sus circunstancias, Rigdis comenzó a
preguntarse por qué la Tribu Gato Negro era tratada así. Empezó a investigar
los misterios que rodean su incapacidad para evolucionar mientras también trabajaba
para protegerlos.
Al alcanzar la edad adulta, Rigdis fue informado de un
secreto conocido solamente por los miembros de la familia real, una información
que revelaba por qué sus predecesores veían a los miembros de la Tribu Gato
Negro de la forma en que lo hacían. Con dicho secreto, él también aprendió la
razón por la cual los miembros de la Tribu Gato Negro se habían vuelto
incapaces de evolucionar.
[Mi viejo hombre me contó todo porque él quería abrir
mis ojos a su causa. Quería decirme que deje de hacer algo tan estúpido como
proteger a los Gatos Negros.]
Pero no funcionó. De hecho, decirle a Rigdis la verdad
tuvo el efecto opuesto que su padre había estado esperando, ya que, para él, la
verdad simplemente reforzaba la idea de que menospreciar a la Tribu Gato Negro
no era más que un error.
Por lo tanto, Rigdis y su padre entraron en conflicto por
muchos años, con el primero finalmente venciendo al último a través del golpe
de estado.
(¿Maestro?)
[No parece estar
mintiendo.]
Algo tan importante obviamente requería verificación a
través de Ley de las Mentiras. Usarla me permitió determinar que las palabras
del Señor de las Bestias estaban casi completamente libres de mentiras. Las únicas
veces que mi detector de mentiras sonó fue cuando él insultaba a Kiara o la
llamaba por un apodo que hacía que pareciera que él no la respetaba. Por el
contrario, no sonó cuando él se refirió a ella como su maestra. En otras
palabras, todo lo que Ley de las Mentiras nos había hecho fue informarnos que
el Señor de las Bestias fue un verdadero tsundere.
[Kiara, ¿qué estás haciendo ahora?]
[Nuestra maestra se ha vuelto vieja, así que ella está
efectivamente jubilada y solo vive dentro del castillo. Ella pasa la mayor
parte del tiempo durmiendo, pero ocasionalmente ella vigila a nuestros soldados
si se siente preparada para el trabajo.]
Royce siguió al Señor de las Bestias mientras este se
detenía para tomar aliento.
[El palacio real ha pasado de mirar hacia abajo a la Tribu
Gato Negro. Ninguna de las personas que trabajan y viven dentro del palacio
están dispuestas a insultarlos por más tiempo.]
[¡Eso es imposible! ¡Los Gatos Negros son una raza
inferior! ¿Por qué piensas que los Gatos Azules los hemos estado persiguiendo
durante todos estos años?]
Sennek respondió a las palabras del hombre-conejo con
un violento grito.
[El palacio funciona a partir de un sistema de
meritocracia. No evaluamos a las personas según su raza, solo su competencia.
Sin embargo, admito que nosotros le hemos dando a los Gatos Negros un pequeño margen
de maniobra para así compensar todo lo que ellos han sufrido.]
El Señor de las Bestias casualmente refutó la
declaración de Sennek.
[Asumo que usted no ha oído hablar de lo que le
sucedió últimamente a la Tribu Azul Gato.]
De acuerdo a Royce, la mayoría de los hombres-bestia
habían comenzado recientemente a condenar al ostracismo a la Tribu Gato Azul.
Hubo dos razones que funcionaron como la fuerza impulsora detrás del movimiento
antes mencionado. La primera fue que a la mayoría de los otros Hombres-bestia
les cuesta un poco confiar en la Tribu Gato Azul conociendo que ellos habían
vendido a otros Hombres-Bestia como esclavos. Mientras que la gran mayoría de
los demás Hombres-Bestia evidentemente menospreciaban a los Gatos Negros, nunca
llegaron a tratarlos como esclavos. La razón por la cual los Gatos Azules
trataron a los Gatos Negros mucho más duro que las demás tribus fue porque los
Gatos Negros solían tener un estatus social más alto que los Gatos Azules. Aquello
les causó un gran dolor a los Gatos Azules, y los llevó a enloquecer en el
momento en que sus posiciones sociales fueron volteadas.
La segunda razón fue debido a que la Tribu Gato Azul estaba
considerada en declive. Sus negocios les permitieron a los Gatos Azules vivir
vidas lujosas, por lo que pocos se convirtieron en verdaderos guerreros, y aún
menos entrenaban tan duro como lo había hecho Zefmate. Como resultado, el
número de Leopardos Azules se había desplomado mucho más allá de un grado
notable. Esto, en parte, fue culpa de los antepasados del Señor de las
Bestias. Los anteriores Señores de las Bestias habían ordenado a los Gatos Azules
convertirse en comerciantes de esclavos y persiguieron a todos aquellos que se atrevieron
a desobedecerlos. Por lo tanto, la mayoría de los Gatos Azules de hoy son los
descendientes de comerciantes de esclavos opuestos a descendientes de
guerreros.
En otras palabras, la mayoría de los otros Hombres-Bestia
desprecian a la Tribu Gato Azul tanto porque ellos son débiles como porque son
repulsivos desde un punto de vista psicológico.
A Fran realmente no le importó los detalles ni la
respuesta de Sennek, así que terminó preguntando más sobre Kiara.
[Feliz siempre y cuando Kiara esté viva. ¿Está bien
decirles a otras personas?]
[¿Otras personas? ¿Qué quieres decir con otras
personas?]
[Dias y Aurel, conocidos de Kiara. Preocupado por ella
desde que no sabían lo que le sucedió después de que fue llevada por el Señor
de las Bestias.]
Al escuchar la respuesta de Fran, el Señor de las
Bestias asintió como si él hubiese comprendido algo repentinamente.
[Huh. Supongo que es por eso que me han estado
tratando con esa actitud hostil. Eso lo explica. Sí, no me importa, vete al
diablo. De hecho, qué tal si les cuento justo después de terminar aquí. Estaba
planeando darles una visita a esos dos de todos modos]
[Nn. Hazlo.]
[Estoy bastante seguro de que tú tienes mucho que
preguntarme, pero estoy demasiado ocupado para eso ahora. Responderé todas tus
preguntas una vez que termine el torneo, así que reúnete conmigo una vez que
hayas terminado.]
[Entiendo.]
[Está bien. Estaré esperando ver cómo lo haces.
Demuéstrame que al menos serás capaz de llegar hasta la cuarta ronda. Realmente
no habrá un punto en que yo te diga algo más si no puedes hacer algo como eso.]
El Señor de las Bestias le sonrió a Fran de una manera
intimidante, pero esta vez, no se asustó. De hecho, ella le respondió hablando
en un tono de voz motivado.
[Planeaba ganar desde el principio.]
[¡Hahahahaha! ¿Oyeron eso? ¿Gold? Royce?]
[Seguro es agradable ver a una joven luchadora animada
y rebosante de energía.]
[Ciertamente, pero no le mostraré ni la más mínima
pizca de piedad si nos encontramos en el ring.]
[Vengan.]
[¡Buhahahaha! Me gusta cómo hablas, incluso ante Gold
y Royce. Bien entonces Fran, ven a visitarme después de que hayas ganado el torneo.
Esperaré verte entonces.]
El Señor de las Bestias soltó una gran carcajada antes
de entrar en la tienda en la cual se encontraban los restantes Gatos Azules.
Esto hizo que la expresión de Fran cambiara a una de
preocupación, por lo cual Royce terminó enviándola a casa.
[Lo que sucederá a partir de ahora es un asunto del
Reino de las Bestias, ¿qué tal si te vas a casa por ahora?]
[¿Qué le sucederá a Zefmate?]
[Desobedecer al Señor de las Bestias es un crimen,
pero dudo que Rig haga demasiado como para lastimar a Zefmate. Después de todo,
le ha tomado aprecio.]
[…Entiendo.]
El Señor de las Bestias es el tipo de persona que suelo
ser un poco rudo, pero el hecho de que haya tomado aprecio a Zefmate significa
que probablemente no va a ejecutarlo ni meterlo en una especie de prisión.
Aquellas palabras de Royce parecían haberle ofrecido a
Fran suficiente para permitirle relajarse, así que ella se inclinó ante él
antes de finalmente darse la vuelta y abandonar el área.
[Bueno. Tal parece
que vamos a tener que por lo menos ganar tres rondas si queremos obtener su
aprobación.]
[¡Nn! Maestro. Hacer todo lo posible a partir de
ahora.]
[Por supuesto.]
[¡Nn! ¡Ganaré seguro!]