Un Silencioso Clamor.
Las chillonas
voces de los niños que entraron antes que nosotros hacen eco a través de todo
el templo, resuenan tan fuerte dentro de las paredes que siento que tendré un
dolor de cabeza. Me detengo, involuntariamente, y Lutz hala suavemente mi mano,
tirando de mí hacia adelante.
“Cuidado
donde pisas, hay algunas escaleras,” Lutz dice.
“Está bien,”
le respondo.
Cuando doy un
par de pasos hacia adelante, mirando mis pies, escucho un fuerte crujido detrás
de mí mientras las puertas comienzan a cerrarse. Sobresaltada por la sombra que
pasa repentinamente debajo de mí, me doy vuelta y veo a sacerdotes con túnicas
grises empujando las puertas para así cerrarlas.
“Ah, es verdad,
nosotros fuimos los últimos en entrar, entonces...”
Cuando las
puertas en encuentran cerradas firmemente, un sacerdote con una túnica azul
camina lentamente frente a estas. Agita una especie de campanilla similar a un carillón
de viento, sobre el cual está adjuntada una piedra de un color extraño. Está
tintineando. En el instante siguiente, las voces de los otros niños
desaparecen, al igual que sus ecos, dejando solo el más leve sonido que
rápidamente se desvanece en el silencio.
“¿Qué fue
eso…?”
La voz de
Lutz no sale. O, más exactamente, nada más que un susurro sale. A juzgar por su
expresión facial y su postura, supongo que había intentado hablar con un tono
de voz normal, más fuerte de lo que realmente salió. Lutz luce sorprendido por
el ligero sonido que hizo, mientras toca su garganta.
“¿Quizás es
una herramienta mágica?,” le digo. “Sucedió tan pronto como ese sacerdote de
azul tocó aquella campanilla.”
Como
esperaba, también mi voz no sale más fuerte que un susurro. Sin embargo, desde
que vi el momento en que el sacerdote tocó aquella campanilla, fui capaz de
descifrar lo qué había sucedido y mantener mi calma. Cuando digo esto, Lutz se
relaja, dejando salir un suspiro de alivio. Ahora que sabe que no es solo él, y
que hay una razón para ello, se calma.
Suspiro con
admiración, entonces miro hacia delante nuevamente, mirando a lo largo de la
larga línea de procesión que tenemos delante. El interior del templo es como un
atrio, largo y con un techo alto. Las paredes a ambos lados de la habitación
están recubiertas con intrincados tallados, y gruesos pilares redondos están
alineados regularmente a lo largo de ellas. Altas ventanas, que se extienden casi
cuatro pisos de altura, están en línea sobre las paredes en intervalos
regulares, dejando entrar largos y rectos rayos de luz en la habitación. Paredes
y pilares son blancos, exceptuando la ornamentación dorada por aquí y allá, e
incluso en la tenue luz todavía parecen brillantes. El único lugar rico en
color es el otro extremo de la habitación.
A
diferencia de las iglesias cristianas que yo había visto en colecciones de
fotografías y museos de arte, no hay frescos ni vitrales. La construcción en
piedra blanca hace que la habitación se sienta muy diferente de un Santuario
Sintoísta o Templo Budista, y los colores no coinciden con ninguna de las
vibrantes sombras del sudeste asiático.
En la pared
más interna, un mosaico multicolor se extiende desde el suelo al techo, con un intrincado
patrón. Este brilla cuando es golpeado por la luz del sol desde un costado,
recordándome un poco a una mezquita por un momento, Aunque también hay
escaleras, sobre cuarenta, que van desde el piso hasta casi la altura de la
ventana. Las estatuas de piedra que están dispuestas en el camino solo
refuerzan lo extraño que todo esto es.
¿Quizás estas
escaleras están destinadas a evocar la idea de subir al cielo y los dioses? Sin
embargo, algo acerca de las estatuas alineadas en la parte superior de las
escaleras me recuerda a las muñecas que sacamos para el Día de las Niñas*.
<Hinamatsuri,
o Hina Matsuri, Festival de las Muñecas, el cual se celebra cada 3 de marzo
en Japón. Está dedicado especialmente a las niñas, por lo que también se conoce
como Festival de las Niñas. En él, las niñas exponen varias muñecas (ningyō)
vestidas con kimonos tradicionales y quedan situadas en distintos niveles de
una plataforma, de hasta 5 a 7 escalones, cubierta con tela roja. Estas muñecas
representan personajes de la Corte Imperial de la Era Heian ordenados
jerárquicamente y pasan de generación a generación dentro de la familia. Se
suele adornar también con flores de melocotonero ya que este festival también
se conoce como Momo no Sekku, dado que el melocotón es una fruta que se
relaciona con el sexo femenino.>
En la
escalera más alta, hay dos estatuas una al lado de la otra, un hombre y una
mujer. Basado en cómo están organizadas, me dan la impresión de que son una
pareja casada. Entre eso y el hecho de que están en la escalera más alta, supongo
que probablemente son los dioses con mayor rango en esta religión. Aunque están
hechos de piedra blanca, el dios está envuelto en un brillante manto negro con
innumerables estrellas doradas, y la diosa porta una corona dorada, con largas
espinas cónicas que sobresalen a partir de ella como rayos de luz.
¿Tal vez
esta es la diosa de la luz y el dios de la oscuridad? ¿O tal vez la diosa del sol
y el dios de la noche? De cualquier manera, el manto y la corona se destacan.
Algunos
escalones más abajo, se ubica una estatua de piedra de una mujer ligeramente gorda,
de aspecto amable, sosteniendo un cáliz dorado que reluce con piedras
preciosas. Debajo de ella, hay una mujer sosteniendo un bastón, un hombre
sosteniendo una lanza, una mujer sosteniendo un escudo y un hombre sosteniendo
una espada. Todos están hechos de la misma piedra blanca, pero el hecho de que
cada uno posea solo un objeto de colores brillantes hace que esto sea aún más
misterioso para mí. Estas estatuas fueron hechas para sostener cosas reales; ¿existe
algún significado para eso?
Algo como
un Santo Grial o una Espada Sagrada, ¿tal vez?
En los escalones
más debajo de eso, hay flores, frutas, paquetes de tela y otras ofertas
presentadas. Cuanto más miro, realmente más me recuerdan al Día de las Niñas.
“¡Maine, no
te quedes mirando, sigue caminando!”
“¿Hm? ¡Oh!
Lo siento, lo siento.”
Lutz me
empuja hacia adelante, y me apresuro un poco para seguir el ritmo al final de
la procesión. El camino hacia el centro de la habitación está despejado, así que
podemos caminar a través de ella, sin embargo, a cada lado se extienden gruesas
alfombras rojas, espaciadas aproximadamente a un metro de distancia una de la
otra.
En la parte
delantera de la sala, hay varios escritorios, donde varios sacerdotes vestidos
de azul parecen estar realizando algún tipo de procedimiento. Los niños que
terminan de realizar ese procedimiento son guiados por sacerdotes vestidos de
gris a cada lado de la habitación. Ellos los llevan a lugares en la alfombra, en
el exterior de las paredes, y les dicen que se quiten sus zapatos antes de
sentarse.
A medida
que la procesión avanza lentamente, algo sucedió o Lutz nota algo nuevo, “Geh”,
él dice, haciendo una mueca, mientras mira hacia adelante hacia lo que sea que esté viendo.
“¿Qué sucede, Lutz? ¿Está sucediendo algo adelante?”
“...
Ahh...”
Después de titubear
por un momento, como si tratara de encontrar la forma de decir algo difícil, él
dejó escapar un suspiro de derrota, y a continuación me miró.
“Es un sello
de sangre, justo como los que odias.”
“¿Qu….Qué?”
“Algún tipo
de herramienta mágica, creo. Los pulgares de todo el mundo son pinchados y
están presionando su sangre sobre ella.”
Preferiría
no haber escuchado eso, pero ahora no me queda más remedio que hacer un giro
brusco e inmediatamente salir de aquí. Lutz, sin embargo, toma fuertemente mi
mano y se niega a dejarme ir.
“Ríndete,” Lutz
dice. “Esto parece una especie de registro. Apuesto a que esto está relacionado
con esa cosa llamada ciudadanía, ¿cierto?”
“Urgh...
sí, tienes razón. Supongo que probablemente esa eso.”
Otto y
Benno me dijeron que después de que mi ceremonia de bautismo terminara, sería
reconocido como residente de esta ciudad y me otorgarían los derechos de
ciudadanía. En otras palabras, si no puedo superar este ritual, sin importar cuan
malo sea, no podré obtener mi ciudadanía.
“... ¿Por
qué a las herramientas mágicas les gusta tanto la sangre?” Le pregunto.
“No sé,” Lutz
responde.
Cada vez
que tengo que utilizar una herramienta mágica, implica cortar mi dedo y poner
sangre en ella. Sin importar cuántas veces lo haga, nunca podré acostumbrarme
al dolor. Cuando miro hacia adelante para ver por lo que están pasando los
otros niños, veo bruscos sacerdotes con túnica azul pinchando sus dedos con
agujas, y luego empujando esos dedos firmemente sobre lo que parecen ser medallones
de lisa piedra blanca. Esos niños tienen su boca abierta en lo que parecen
gritos de dolor, pero no puedo oír nada saliendo de ellos. Verlos agarrar sus doloridos
dedos mientras son conducidos hacia las alfombras me tiene temblando de miedo.
“Siguiente,
por favor, por este camino,” un sacerdote dice.
La fila de
personas frente a mí ha sido reducida, y una voz me llama desde uno de los
escritorios vacíos. Lutz me empuja hacia adelante, y empiezo a dirigirme hacia
donde me llaman. El sacerdote con túnica azul me sonríe un poco, mirándome de
arriba abajo, y a continuación extiende su mano.
“Por favor
extiende tu mano, palma hacia arriba. Voy a pincharte el dedo, pero solo te
dolerá un poco.”
Por
supuesto, lo que dijo acerca de no doler, fue mentira. En el momento en que la
aguja pincha mi dedo, siento un dolor agudo, como si me estuviese picando algo
muy caliente, una gorda gota de sangre roja, se acumula en la yema del dedo.
Entre el dolor y la vista de mi sangre, puedo sentir como me pongo mortalmente
pálida.
“Unta esa
sangre aquí, si puedes.”
A
diferencia del sacerdote que había visto antes, que había estado forzando
bruscamente los dedos de los niños, en su lugar, este sacerdote simplemente
guía mi mano hacia un pequeño objeto parecido a un medallón. Parece que
simplemente untar suavemente mi sangre en su superficie es suficientemente
bueno, dejándome aliviada de que el proceso no era tan doloroso como pensé que
sería.
Me alegro
de que este sacerdote no haya sido ni por asomo tan violento, ¡Pero mi dedo aún me pica!
Me pregunto
¿si esa herramienta mágica que se usó para tranquilizarnos no fue utilizada
para evitar que nuestro parloteo resonase en el templo, sino que para detener
nuestros gritos de agonía?
“Ustedes
dos son los últimos en pasar. Por aquí, por favor.”
Nosotros somos
llamados por un sacerdote con túnica gris que, a pesar de ser un adulto, al parecer
aún le queda un poco de inmadurez en él. Lutz y yo comenzamos a caminar hacia
la alfombra. Después de recibir instrucciones para quitarnos nuestros zapatos,
lo hacemos y luego nos sentamos en la alfombra. Entre todos los niños que están
sentados con sus piernas cruzadas o con sus pies extendidos frente a ellos, soy
la única sentada con sus piernas apoyadas, como si estuviese de regreso en la
clase de Educación Física en la escuela primaria. Estando en un espacio tan abierto
como un gimnasio, rodeada de otros niños de mi edad, me hace sentir que es la
única forma correcta de sentarse.
“Maine,
¿por qué estás acurrucada como una pelota de esa manera?”
“No es una
pelota, sino un triángulo,” le explico. “Se llama sentada triangular.”
“¿Huh? ¿Un
triángulo? ¿Dónde?”
“Aquí,” le
digo, gesticulando.
<Postura: Sentados con sus pies planos y sus manos
sobre sus rodillas.>
Mientras
charlamos, los sacerdotes vestidos de azul, habiendo terminado de registrar a
todos, retroceden colectivamente detrás de sus escritorios. Después de cargar todas
las cajas desde donde ellos habían estado sacando los medallones de registro,
los sacerdotes vestidos de gris entraron en acción, moviéndose mientras preparándose
para la siguiente fase. Remueven los escritorios, y en su lugar traen un altar
mucho más extravagante y lo colocan frente a los escalones.
Los
sacerdotes vestidos de azul regresan a la sala, alineándose a ambos lados del
altar, y más o menos al mismo tiempo los sacerdotes vestidos de gris se alinean
a lo largo de las paredes donde nos encontramos sentados, aparentemente terminaron
con sus trabajos de preparación. La forma en que ellos están detrás de nosotros
me recuerda a los maestros que vigilan a sus estudiantes en una asamblea
escolar, así que tomo extra cuidado para asegurarme de que estoy sentada
correctamente en mi triángulo.
“El
sacerdote jefe entra,” entonan los sacerdotes vestidos de azul, agitando las
varillas que ellos están sosteniendo. Suena el sonido de innumerables campanas,
y un anciano, utilizando túnicas blancas con una banda dorada cruzando su
hombro, entra lentamente a la habitación, cargando algo. Con cuidadosos y
deliberados pasos, él se dirige al altar, sobre el cual coloca suavemente la
cosa que estaba llevando.
¡¿Eso… es…
un libro?!
Froto
frenéticamente mis ojos incrédula, mirando una y otra vez para así asegurarme
de que mis ojos no me están engañando. Cuando veo que el sacerdote principal
comienza a pasar lentamente las páginas, estoy convencida. Eso es, más allá de
cualquier sombra de duda, un libro. Se siente como una Biblia, o alguna otra
forma de escrituras sagradas.
“¡Lutz, un
libro! ¡Es un libro!”
Lo golpeo
emocionada en el hombro. Él había estado constantemente inquieto, sin estar
acostumbrado a estar sentado en el suelo. Él levanta su cuello para verlo.
“¿Dónde?
¿Dónde lo ves?”
“Mira, ahí,
lo que sostiene el sacerdote principal. ¡Eso!”
Parece que fue
encuadernado utilizando cuero, y las esquinas fácilmente dañadas están
reforzadas con oro finamente trabajado. Puedo ver desde aquí que este está
salpicado de pequeñas piedras preciosas, también.
“¿Eso es un
libro? Whoa, luce caro. No se parece en nada al que has estado haciendo.”
“No hay
mucho en común entre un libro como ese, el cual tiene mucho valor artístico, y
lo que estoy haciendo, que es mayoritariamente práctico. Es como si comparas la
espada que sostiene esa estatua con tu cuchillo.”
“Ahh ya
veo. Aun así, ¿no estás sorprendida de ver algo así aquí?”
“... No
estoy sorprendida en absoluto, en realidad. Si lo piensas, en realidad es
bastante obvio.”
Como una
mujer japonesa común y corriente quien no posee un interés particularmente
fuerte por la religión, nunca había pensado acercarme al templo, pero en una
institución religiosa como esta, por supuesto, habría alguna forma de recopilar
todas las escrituras, textos sagrados y biblias, y varias enseñanzas en un solo
lugar. Habría libros. Incluso si mi cuerpo no me permite moverme como quiero,
incluso si no tuviese dinero, incluso si no intentase hacerlos
desesperadamente, los libros definitivamente deberían existir.
Si el
Gremio del Comerciante está a la vanguardia de la recopilación de información,
entonces el templo debe estar a la vanguardia de la teología, las matemáticas,
la música, las artes y todos los demás campos de estudio que podrían acercarlos
a los dioses. La Iglesia Cristiana había fomentado la erudición de esa manera,
y en Japón los Templos Budistas y los Santuarios Sintoístas habían sido lugares
donde personas se reunía para aprender de los principales intelectuales.
“¡Aaaaaargh,
debería haber venido antes! ¿Por qué no pensé en esto? ¡Soy una idiota! ¡Podría
haber estado leyendo libros sin pasar por tantos problemas!”
Probablemente
sea mejor que mi voz no pueda volverse más fuerte, sin importar cuánto grite. Mientras
grito desde lo profundo de mi corazón, Lutz me mira con asombro, luego simplemente
se encoge de hombros.
“Entonces,
parece que lo has olvidado por completo, pero no permiten que los niños que aún
no han recibido sus ceremonias de bautismo ingresen al templo, ¿sabes? Incluso
si hubieses pensado en ello inmediatamente y vinieras aquí, los guardianes no
te habrían permitido entrar.”
Ahora que
lo menciona, tiene razón. Los únicos niños que pueden entrar al templo son
aquellos que ya han sido bautizados.
“Pero, simplemente
ir al templo y encontrar un libro el día de mi propia ceremonia de bautismo,
¿no podría ser ese el destino?”
“Todos van
al templo cuando cumplen siete años, Maine. El destino no tiene nada que ver en
esto.”
“¡Ugh, Lutz! ¡Deja de poner todo de esa manera!”
“Sé que
estás muy emocionada por encontrar un libro aquí, pero cálmate. Será un gran
problema si te desmayas en este lugar.”
Lutz parece
pensar que estoy demasiado emocionada y está tratando de calmarme.
“¿Huh?
Pero, hay un libro tan cerca. No emocionarme ni un poco es completamente
imposible, ¿sabes?”
“Incluso si
es imposible, tienes que hacerlo. Quiero decir, ese no es un libro que alguna
vez te permitiría leer, ¿cierto?”
“Ah... es
verdad.”
Incluso aunque
hay un libro, no es un libro que pueda tocar. No hay forma de que ellos me
permitan leer un libro envuelto en cuero y adornado con gemas. Tan pronto como noto
esto, mi entusiasmo rápidamente se disipa, y mi cabeza cae abatida.
“Hoy, todos
ustedes tienen siete años y han sido reconocidos como ciudadanos de esta
ciudad. Felicitaciones.”
Aunque el
sacerdote principal parece bastante viejo, aún mantiene una poderosa voz que
reverbera a través del templo. Después de abrir con sus felicitaciones, procede
a leer en voz alta del libro con su voz clara. Parecen una especie de
escrituras. Yo, con todo mi corazón tomado firmemente por el libro, me inclino
hacia delante con anticipación.
El
contenido de las escrituras es similar a lo que Benno me había dicho hace un
tiempo, acerca de la creación del mundo y el cambio de las estaciones. El
sacerdote lo recita en palabras más simples la cuales son fáciles de entender
para los niños.
“Durante
mucho, mucho tiempo, tanto que ni siquiera podemos imaginarlo, el dios de la oscuridad
vivía en total soledad.”
Después de
eso, él conoció a la diosa del sol, sucedieron muchas cosas, ellos se casaron,
tuvieron varios hijos, entre ellos, la diosa del agua, el dios del fuego, la
diosa del viento y el dios de la tierra--y creó el mundo en el que vivimos, o
eso dice la historia. La parte del ‘sucedieron
muchas cosas’ parece estar abreviada por nuestro bien, pero me suena muy
parecido a una telenovela.
Sin
embargo, los mitos son así. Al menos, todos los mitos que yo conozco son
caóticos como ese. Ahora no es el momento de ser sarcástica.
Simplemente
escuchar una nueva historia ya es divertido, pero comparar este con otros mitos
que ya conozco, mientras lo hago es aún más interesante. Lutz, sin embargo, no
parece estar interesado, él ni parece saber cómo esto podría ser divertido. Él
oscila de un lado a otro sin descanso, mirándome envidiosamente.
“Parece que
te estás divirtiendo,” Lutz dice.
“Sí, un
montón,” Le respondo.
“¿Qué es
tan divertido?”
“¡El
comienzo, el final y todos los espacios intermedios!”
Le respondo
con una enorme sonrisa. Él me mira, sorprendido, y a continuación suspira,
sacudiendo su cabeza.
“…Bien. Eso
es bueno.”
“¡Sí!”
Después del
mito de la creación vino la historia acerca del cambio de las estaciones. Ya
había escuchado los conceptos básicos sobre eso de Benno: “La primavera es la
estación del agua, donde la nieve que se derrite hace que crezcan brotes. El
verano es la estación del fuego, donde el calor del sol hace que las hojas se extiendan.
El otoño es la estación del viento, donde el aire frio hace que las frutas
maduren. El invierno es la estación de la tierra, cuando toda la vida duerme.”
Sin embargo, el mito en sí mismo es diferente.
“La diosa
de la tierra era la primogénita de la diosa del sol y el dios de la oscuridad.
En ese momento, el dios de la vida la miró y al instante se enamoró y le pidió
a su padre, el dios de la oscuridad, su mano en matrimonio. El dios de las oscuridad
pensó que su matrimonio podría traer muchos hijos y estuvo complacido con tal
propuesta, por lo que concedió la petición del dios de la vida, por lo tanto
ambos se casaron.”
Así el mito
de la temporada comienza. Lutz, sin embargo, bosteza, pareciendo encontrar esto
inmensamente tedioso, por lo que creo que prefiero explicarlo en forma resumida.
Para
decirlo simplemente, el dios de la vida resultó ser alguien más que un poco
loco. Él la encerró en una prisión de nieve y hielo y la violó hasta que ella quedó
embarazada, y luego incluso se volvió celoso de los niños por nacer. El invierno
es la época del saqueo y sin que nada nazca.
La diosa
del sol se preocupó debido a que no había visto a la diosa de la tierra desde
que se casó, por lo que derritió el hielo. El dios loco estaba agotado después
de haber estado copulando todo lo que quería, así que la diosa del agua removió
toda la nieve y el hielo, liberando a su amiga y hermana. La primavera es la
estación donde las dos trabajaron juntas para ayudar a que las semillas, los
hijos de la diosa de la tierra, broten.
El dios del
fuego le prestó su poder, convirtiendo el verano en la estación donde la vida
en ciernes creció hasta su madurez. Sin embargo, después de eso, el dios loco
recuperó su fuerza y comenzó a buscar a la diosa de la tierra. El otoño es la
época en que la diosa del viento pone todo su poder para asegurarse de que el
dios loco no pueda acercarse a su hermana, mientras ayuda a asegurar que la
cosecha termine.
Entonces,
cuando los hermanos y hermanas finalmente están agotados, es el turno del dios
loco. Una vez más, él encierra y viola a la diosa de la tierra. Sus hermanos
quieren matar al dios loco aún más, pero si lo hacen, entonces ninguna nueva
vida podrá nacer, así que son incapaces de hacerlo. Entonces, atrapados en este
dilema irreconciliable, los hermanos se ven obligados a esperar durante el
invierno, para así reunir sus fuerzas.
Este vaivén
forma el ciclo infinito de las estaciones, al parecer. Este es un mito tan
lleno de oportunidades para el sarcasmo como todos los demás.
A
propósito, desde que los niños aquí nacieron en verano, nuestra deidad
guardiana es la celosa y ardiente diosa del sol, y tenemos un favor divino
relacionado con la orientación y la crianza de los hijos. Con esto, el
sacerdote principal concluye su charla sobre los dioses y cierra el libro.
“Ahora
bien, les enseñaré cómo adorar a los dioses. Si ofrecen sus oraciones y gratitud
a los dioses, seguramente ellos les otorgarán un mayor favor divino.”
Él utiliza
una expresión muy seria cuando dice esto, saliendo lentamente detrás del altar.
Mientras lo hace, los sacerdotes con túnicas grises desenrollan rápidamente
alfombras frente a los sacerdotes vestidos de azul.
El
sacerdote principal se encuentra en el centro de la habitación, con una hilera
de diez sacerdotes vestidos de azul detrás de él.
“Ahora
bien, antes de intentarlo por sí mismos, observen detenidamente. ... ¡Rezamos a
los dioses!”
Mientras
dice esto, el sacerdote principal abre sus brazos, levanta la rodilla izquierda
y mira hacia el cielo.
“¡Snrk!”
Rápidamente
pongo una mano en mi boca, deteniendo mi súbito arrebato. No está bien estallar
espontáneamente de risa en medio de un templo sagrado. Soy completamente consciente.
Sin embargo, sin importar cuánto intente recordarme a mí misma eso, estoy colmada
de un impulso innegable de comenzar a reír fuertemente. Mi estómago se está hinchando.
Quiero
decir, ¡esa es la Pose Glico! ¡Ellos están haciendo la Pose Glico! ¡Con una
cara seria! ¡¿Por qué Glico?! No necesitas levantar tu pierna así, ¿no? Eres un
anciano, ¡No deberías estar parado en una pierna de esa manera! ¡Es peligroso!
<Glico,
es una compañía de alimentos, conocida internacionalmente por sus productos de
confitería como Pocky y Pretz. Desde 1935, ha mantenido una enorme pancarta en
la calle Dōtonbori, Osaka, con la imagen de un hombre cruzando triunfalmente la
línea de meta de una carrera. Es una gran atracción turística.>
Conseguí
evitar reírme tan groseramente aquí. Este hombre se mantiene perfectamente
equilibrado en una postura tan nítida. Sólo tendré fijarme en el chiste. Estoy muy
segura de que sin importar lo qué más haga este hombre, seré capaz de
soportarlo.
El
sacerdote principal lentamente coloca su pie en el suelo y baja sus brazos,
luciendo como si él estuviese haciendo Tai Chi. Si hubiese sido todo, habría
podido mantenerme bajo control, pero, ¿este anciano tiene algún tipo de
resentimiento contra mis costados adoloridos?
“¡Damos
gracias a los dioses!”
Con
movimientos elegantes, como agua fluyendo, el sacerdote principal pasa de la Pose
de Glico a la Pose Dogeza, se pone de rodillas y presiona su frente contra el
suelo. Ver esto fue demasiado. Un extraño ruido sale de mi boca.
“¡Beheh!”
“Maine,
¿qué sucede? ¿Te sientes bien?”
“Estoy b...
¡bien! ...Aún estoy bien. Puedo hacer esto. Así es como las personas adoran a
los dioses por aquí, después de todo.”
Cerré mi
boca, enterrando mi cara contra mis rodillas. Lutz me mira con preocupación.
Incluso si trato de decirle que estoy encontrando estas posturas de adoración
hilarantes, incluso si trato de explicarle el chiste, no hay forma de que él lo
entienda. Nadie que no conociera anteriormente la Pose Glico comprendería estas
olas de risas.
Esta es su
religión. Esta es su religión. Lo están haciendo en serio, reír sería grosero.
Recuerdo la
imagen de abrir la puerta de mi sala de clases y acercarme a un compañero
musulmán rezando a Alá, y así gradualmente me las arreglé para calmar mi
calambre estomacal. Desde el punto de vista de un extraño, las prácticas de
oración de otras religiones pueden parecer extrañas. Únicamente me estoy riendo
porque yo no esperaba una Pose Glico de la nada. Reírme sería malo.
Tomo varias
respiraciones profundas y lentas, luego, cuando estoy segura de que puedo
mantener mi rostro bajo control, levanto mi cabeza. Mientras hago eso, el
sacerdote principal nos anima a todos a ponernos de pie.
“Ahora,
entonces, levántense. Vamos a hacerlo juntos.”
¡Juntos!
¡Juntos, ha dicho! ¡Por favor, ten compasión!
Todos a mí
alrededor se ponen de pie. Yo también lo hago, pero siento las comisuras de mi
boca retorciéndose y mi estómago contrayéndose, los heraldos de una monumental risa.
Sin importar cuánto me digo una y otra vez que reír es malo y que reír es malo,
las ganas de reír son simplemente cada vez más fuertes.
“¡Rezamos a
los dioses!”
El
sacerdote principal entona esto, irguiéndose en la Pose Glico. Esto está bien.
Esta es la segunda vez que la veo, así que no es muy impactante. He resistido
con éxito esta ola de risas. Es una victoria para mis músculos abdominales.
En el
siguiente instante, los sacerdotes usando túnica azul, en perfecta armonía,
levantan sus brazos y piernas.
“¡Rezamos a
los dioses!”
Ver a diez
sacerdotes, de pie en una fila, con rostros perfectamente serios, haciendo la Pose
Glico es demasiado. Mis costados ceden. El ángulo de sus manos, la altura de
sus piernas, la seriedad en sus caras son perfectamente idénticos. No puedo
mantenerme en pie más. Pierdo las piernas y me desplomo en el suelo.
“¡Ngh!...
Mmph... nggeh...”
¡Mi estómago!
¡Alguien, sálveme!
A pesar de que de alguna manera soy capaz de mantener mi boca cerrada,
lágrimas brotan en mis ojos, y aun así se están filtrando gritos de risa. Si
pudiese rodar sobre la alfombra, golpeando el suelo mientras me río, sé que lo
superaría inmediatamente, pero debido a que soy incapaz de hacerlo, solo hace
que mi risa sea aún más fuerte.
“¡Maine,
realmente no estabas bien después de todo!”
Cuando miro
a Lutz, lo veo mirándome con preocupación mientras mantiene la postura Glico,
balanceándose inestablemente sobre uno de sus pies. Él ha entregado mi golpe
final. Comienzo a golpear la alfombra, incapaz de contenerme.
“Lo sien...
geheh... no puedo... respirar...”
“¡Maine!
¿Por qué no dijiste nada?”
“E... Eso
no es... estoy... heh... estoy bien...”
Lutz se
agacha a mi lado, agitando frenéticamente la mano. Un sacerdote con túnica gris
se apresura, como si él estuviese viendo un desastre desplegarse.
“Ustedes
dos, ¿les sucede algo?”
“Umm,
parece que Maïne no se siente bien, ella repentinamente se derrumbó. Ella ya es
bastante débil y tiene una constitución frágil, y desde que se entusiasmó demasiado
con la ceremonia...”
Bueno,
ciertamente me emocioné, pero no me siento particularmente mal. Es un ataque de
risa ordinario. No había necesidad de llamar a un sacerdote.
“Estoy...
¡Estoy bien! ¡Estaré bien en un momento! ¡Miren!”
Intento
frenéticamente ponerme de pie, pero desafortunadamente, ya sea debido a que mi
cuerpo no esperaba un movimiento tan repentino o porque fui privada del oxígeno
después de reír tanto, no pongo ninguna fuerza en mis brazos y caigo
completamente sobre mi rostro frente a Lutz y el sacerdote.
“¡Como si
estuvieses bien! ¡¿Así es como luces cuando estás bien?!”
“Urgh, fue
solo un error... realmente estoy bien, ¿sabes?”
Decir esto
mientras estoy colapsada en el suelo no puede ser muy convincente. Incluso si
soy plenamente consciente de que me encuentro bien, si tuviese que dar un paso
atrás y mirarme desde afuera, es natural que las personas tengan mucha más fe
en lo que Lutz está diciendo de lo que yo estoy diciendo.
“Te llevaré
a la sala de ayuda,” el sacerdote dice, sin creer en lo más mínimo en lo que
estoy diciendo. “Puedes descansar allí hasta que la ceremonia termine.” Él me
recoge, no tengo fuerzas para resistirme.
Debido a mis
costados adoloridos, me retiro de la ceremonia de bautismo. Al parecer se
convertirá en el tipo de memoria amarga no podré contarle absolutamente a nadie
más.