lunes, 26 de marzo de 2018

Honzuki no Gekokujou 67


Oposición Y Persuasión

El maestro del templo, al verme colapsar frente a él, convoca a un sacerdote con túnica gris para llevarme hacia la habitación de descanso, deja a una sacerdotisa para vigilarme para que así no pueda salir a merodear nuevamente.
Como resultado, no fui capaz de escabullirme para utilizar sola el baño, así que tuve que depender de la ayuda de la sacerdotisa. Tener que hacerlo mientras alguien más me mira es mortificante, y después de haber sido forzada a pedirle ayuda a la sacerdotisa para limpiar mis desperdicios, estoy tan increíblemente avergonzada que ya no puedo mirarla a los ojos. Quiero poner las cobijas sobre mi cabeza y retorcerme de vergüenza, pero en realidad no puedo reunir fuerzas para que mi cuerpo pueda hacerlo.

Mientras estoy tendida sobre la cama, desanimada por las cosas que no puedo hacer, la ceremonia de bautismo llega a su fin y Lutz entra para ver cómo me encuentro. Cuando ve cuan agradable es esta habitación y nota que alguien está aquí para vigilarme, sus ojos se abren y se apresura a llegar a mi lado.
“¿Qué hiciste esta vez, Maine?”
“Umm, me perdí buscando el baño... y colapsé.”
Cuando débilmente levanto mi cabeza de la almohada y le doy un resumen muy amplio, Lutz me mira, sin impresionar, entonces cruza sus brazos y sacude su cabeza.
“Eso no puede ser todo, ¿cierto? Dímelo todo.”
“Guh... Um, bueno, encontré una biblioteca, y me emocioné un poco...”
A mitad de mi oración, Lutz entrecierra sus ojos, inclinando su cabeza.
“¿Qué es una ‘biblioteca’?”
“Un paraíso terrenal, creado por los dioses.”
“¿Huh?”
“... Una habitación con muchos libros.”
“Ahh... Bueno, como sea. Veo lo esencial de cualquier manera.”
Lutz se frota la frente, agitando su mano con desdén. Desde que él cortó mi historia, me preparo para ir a casa, intentando alcanzar la horquilla colocada al lado de mi cama.
“Estás dejando algo importante, ¿no? Esta pequeña princesa colapsó después de que ella fue a apelar al maestro del templo.”
Mientras me estaba ordenando el cabello, la sacerdotisa, quien había estado escuchando nuestra conversación en silencio, interrumpe, sorprendida, luego se encoge de hombros.
“¡¿Qué estabas pensando, idiota?! Lutz dice.
“Lo siento. Yo realmente estoy pensando que me emocioné demasiado, sin embargo...”
Las cosas probablemente pudiesen haber resultado mejor si hubiese estado un poco más fría y compuesta, pero aun así resultó más o menos bien. Logré mi objetivo de sentar las bases para convertirme en sacerdotisa aquí, y el maestro del templo incluso me dejará ir a su habitación para leer las Escrituras. Intento reflejar apropiadamente mis acciones, pero realmente no me arrepiento de ellas.
“Nos vamos a casa antes de hacer cualquier otra cosa,” Lutz dice.
Lutz me carga sobre su espalda y, con la guía de la sacerdotisa, somos guiados hacia las afueras del templo. Mi Padre nos está esperando nerviosamente en la plaza.
“... Parece que alguien está aquí por ti,” la sacerdotisa dice. “Bueno, es tan lejos como puedo ir.”
“Gracias por toda su ayuda,” le digo.
Y entonces, mi padre me carga en su espalda para llevarme a casa. En el camino, Lutz le da a mi Padre un breve resumen de los eventos del día. Le deje todo eso a él, desde que el balanceo me estaba arrullando para dormir.
“Tengo que finalizar mi contrato en la tienda,” Lutz dice, “así que me iré a casa después de eso.”
Recupero mis sentidos cuando escucho eso, y veo que nosotros nos encontramos afuera de la tienda de Benno. Está claro que en mi condición actual no estoy en condiciones de visitar a Benno. Lutz se separa de nosotros aquí, puesto que necesita entregar el informe de hoy y manejar su contrato de aprendizaje.
Mark nos ve desde el interior de la tienda y sale para saludarnos. Le saludo agitando mi mano desde mi lugar en la espalda de mi Padre.
“Gracias por lo anterior, Señor Mark,” le digo. “No creo que pueda visitarlos hoy, pero regresaré más tarde.”
“Cuídate mucho,” él responde.
“Lutz, buena suerte con el contrato,” digo.
“¡Sí! Ve a descansar un poco.”
Lutz y Mark nos despiden agitando sus manos, mi Padre y yo regresamos juntos a casa.
Después de una cena de celebración ligeramente extravagante, mientras mi familia se sienta a tomar el té, miro a mi Padre. No tengo muchas opciones, necesito preguntarle sobre convertirse en una sacerdotisa.
“Hey, Papi.”
“¿Qué pasa?”
Él lleva su taza a su boca y toma un sorbo.
“Quiero ir al templo y convertirme en una hermana en entrenamiento.”
La sonrisa de mi Padre se desvanece en un instante.
En el siguiente instante, golpea su taza contra la mesa con un gran ruido. Me estremezco de sorpresa cuando el té sale volando de la taza, salpicando toda la mesa.
“... ¿Puedes repetirlo?,” Él dice, con un tono bajo y amenazante. “No debo haberte escuchado correctamente.”
Mis ojos se ensanchan. La ira y la repugnancia que brota de él es tan poderosa que envía escalofríos por mi espina dorsal y hace que mi corazón palpite.
“... Una sacerdotisa, en el templo.”
“¡No seas ridícula! Como si alguna vez permitiría que mi hija se uniese al templo.”
“P... Papi. ¿Porque estas tan enojado?”
No tengo idea de qué demonios pudo haber hecho que se enoje tan repentinamente, así que todo lo que puedo hacer es mirar perpleja. Pensé que podría haber cierta oposición, pero ni siquiera había considerado que este tema causaría que mi padre tuviese este tipo de furioso arrebato.
“¡Aprender cómo ser un sacerdote o sacerdotisa es algo que hacen los huérfanos! Si no tienes padres y no tienes un patrón, entonces ese sería tu último recurso para sobrevivir. ¡No es para ti, Maine!”
“Solo huérfanos... ¿se convierten en sacerdotes?”
“Sí, así es,” mi Padre dice, repentinamente luce impotente. “Tienes padres, así que no es un trabajo para ti. ¡No me preguntes otra vez!”
Estoy estupefacta por la reacción de mi padre. Entonces, algo hace clic, y me doy cuenta de lo que él está diciendo. Creo que podría haber sido engañada un poco por la forma en que el maestro del templo había dicho que no esperaba que hubiese una candidata para convertirse en una aprendiza de sacerdotisa de alguien ‘con una familia como la mía’.
“Gunther,” mi Madre dice, “Maine no lo sabía, no hay necesidad de enojarse tanto con ella.”
“…Si, tienes razón.”
Mi padre toma una larga y lenta inhalación, como si estuviese dejando salir su irritación, a continuación desordena mi cabello. Mi madre comienza a limpiar el chorro de té de la mesa, inclinando su cabeza con curiosidad.
“Pero, de cualquier manera, ¿por qué repentinamente tu decidiste que querías ser una sacerdotisa?”
A partir de lo que dicen mis padres, puedo ver que nosotros tenemos un diferente punto de vista sobre cómo pensamos acerca de los sacerdotes y sacerdotisas. Si tuviese que describir que pensaba acerca de los sacerdotes y sacerdotisas, diría que pensé que serían bastante respetables en general, así que esto resulta ser un poco sorprendente.
“Entonces, umm, después de que colapsé en la ceremonia de bautismo, fui a buscar el baño, y al final realmente me perdí.”
“Estabas en la sala de ayuda, ¿cierto? ¿No hay uno justo cuando sales?”
Mi padre, quien había conseguido un resumen simplificado de los acontecimientos de Lutz, ladea su cabeza con perplejidad. Ciertamente, tienden a haber baños muy cerca de las habitaciones grandes que usan los plebeyos.
Sacudo mi cabeza. “...Desde que mi vestido era tan bonito, ellos me confundieron con una especie de chica rica, así que me llevaron a una habitación diferente, como aquella a la que acuden los comerciantes con cartas de recomendación de los nobles. Entonces, no había nadie cerca... “
“Aah, por supuesto, si fuese por ese vestido.”
Mi Padre asiente varias veces. Mi Madre y Tory también parecen muy comprensivas.
“Mientras estaba buscando, tropecé con un lugar que parecía ser usado por la nobleza...”
Toda la sangre se drena de los rostros de mi familia. En una sociedad tan estratificada como esta, en realidad estamos completamente segregados de la nobleza. Si tuvieses que vagar, perderte y ser atrapado por un noble, existe una buena posibilidad de que ese sea el final de tu vida.
“Fui encontrada por una sacerdotisa, así que no me encontré a un noble, ¡pero había una biblioteca! Había tantos libros allí. Realmente, realmente quería leerlos, tan mal que no pude evitarlo, pero no pude entrar...”
“¿Libros?,” Mi Padre dice, con una ceja crispada.
“Cuando le pregunté si había alguna manera de entrar, ella me dijo que podría si me convertía en una hermana en entrenamiento...”
“¿Y entonces decidiste convertirte en sacerdotisa sin pensarlo?” Él suspira. “Renuncia a esos libros. Solo sigue haciéndolos como lo has estado haciendo hasta ahora.”
“¿Huh?”
Lo miro en blanco, incapaz de creer que me dijeron que renunciara a los libros. Él me devuelve la mirada, completamente serio, sin un solo rastro de sonrisa en su rostro.
“Si tuvieses que elegir entre cortar todos los lazos con tu familia y vivir en un orfanato para poder ser una sacerdotisa y leer libros, o quedarte aquí con nosotros como siempre lo has hecho, ¿cuál elegirías?”
Él me pide escoger entre libros y mi familia, y mi cabeza se queda en blanco. Quiero quedarme con mi familia hasta el final, antes de que el Devorador me consuma. He estado pensando que mientras hago eso haré algunos libros y los leeré hasta que esté satisfecha. Hoy, sin embargo, encontré una biblioteca, y me alegré mucho de poder leer libros, y me emocioné mucho, pero ni siquiera había considerado que podía separarme de mi familia.
“... ¿Cortar lazos... con mi familia?”
Mis hombros tiemblan y mi voz sale débil y agrietada. Mi padre asiente con gravedad.
“Así es. Las sacerdotisas en entrenamiento viven en el templo. El trabajo es duro, y las personas con las que tú trabajarías son todos huérfanos. Este no es el tipo de cosa que podrías hacer dado que tienes el Devorador. Colapsaste durante la ceremonia porque no pudiste controlar su condición física, así que, ¿cómo esperas poder trabajar? Además, los libros son extremadamente valiosos. Ellos son suficientemente raros como para que esas personas los protejan usando algún tipo de herramienta mágica para asegurarse de que los desconocidos no puedan ingresar a su biblioteca, ¿verdad? ¿Piensas que podrás tocarlos tan pronto como te conviertas en su aprendiz?”
Cada punto que hace es bueno. No tengo espacio para refutar nada de eso. La respuesta en mi cabeza es clara: convertirse en sacerdotisa no funcionará. Sin embargo, realmente no quiero renunciar a todos esos libros que he encontrado. Mientras me muerdo el labio, sintiendo que estoy a punto de llorar, Tory toma mi mano. Sus ojos están llenos de lágrimas, y aprieta mi mano como si nunca quisiera soltarla.
“¿Quieres ser una sacerdotisa? Me prometiste que te quedarías aquí, conmigo, pero ¿quieres romper tu promesa y ser una sacerdotisa?”
Las palabras de Tory me golpean como una flecha en mi corazón. Sintiendo que toda la fuerza ha abandonado mi cuerpo, sacudo mi cabeza.
“... Nuh-uh. Solo estaba tratando de pensar una forma en que pudiese leer los libros que estaban justo en frente de mí. Realmente no quería ser una sacerdotisa en absoluto.”
Aprendiz de sacerdotisa es un medio para un fin, no el fin en sí. No quiero volverme tan malvada como para hacer llorar a toda mi familia y dejarlos para siempre.
Cuando respondo, Tory sonríe brillantemente, pero aún queda una pizca de ansiedad.
“Me alegro,” ella dice. “...Te quedarás aquí conmigo, ¿verdad? ¿Cómo prometimos?”
“Sí. ...Cuando me sienta mejor, iré a ver al maestro del templo y le diré que no.”
Cuando escucha mi respuesta, mi Padre repentinamente da un enorme suspiro de alivio, como si él hubiese estado conteniendo la respiración todo el tiempo, y me abraza fuertemente.
“Estoy tan contento de que entiendas. Eres mi preciosa hija. No te vayas al templo.”
Mientras en mi corazón estoy realmente feliz de que esto termine sin que yo haga llorar a mi familia, en el instante en que cierro mi camino hacia aquella biblioteca, la fiebre del Devorador, por supuesto, comienza a extenderse por mi cuerpo.
“Maine, tu temperatura va a subir, ¿cierto?,” Mi Padre dice.
“¿No ha colapsado varias veces hoy?,” Mi Madre dice. “El estrés de hablar de esto debe haber sido lo único que te mantuvo en pie. Ve a descansar ya.”
Me acuesto, y cuando siento que la fiebre devoradora se extiende lentamente a través de mí, cierro mis ojos suavemente.
Nunca pensé que sería capaz de no elegir los libros.
Hasta ahora, ni siquiera había una opción de ‘no libros’ para mí. De regreso a mis días como Urano, probablemente yo habría elegido los libros inmediatamente y dejado a mi familia. Sin importar qué, los libros eran lo primero en mi mente. A pesar de eso, no estoy eligiendo libros de inmediato. Había estado pensando que mi familia era lo más importante para mí únicamente por la ausencia de libros disponibles, pero en algún momento parece que ellos se han vuelto tan importantes para mí como lo son los libros.
Pero aun así, finalmente he encontrado libros. Realmente quiero leerlos...
No puedo elegir entre mi familia y los libros, pero no puedo abandonar completamente esos libros. En este tipo de estado mental, aunque estoy intentado contener la fiebre como suelo hacerlo, no puedo manejarlo tan bien como usualmente lo hago. Lucha con más fuerza, como si se burlara de mí por no poder desechar mis persistentes deseos por esa biblioteca. Irritada por la forma en la cual no puedo hacer que esta fiebre se mueva, comienzo a intentar encontrar una manera de hallar algún compromiso entre los libros y mi familia.
¿Existe alguna manera en que yo sea capaz de leer esos libros sin ser una hermana en entrenamiento? Puesto que la actitud del maestro del templo cambió después de que nosotros empezamos a hablar de donaciones, ¿quizás yo podría intentar ahorrar un poco más, y luego arrojarles dinero hasta que me dejen entrar? No soy el tipo de persona a la que le gusta golpear a otras personas usando su dinero para salirse con la suya, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, ¿no? Por ahora, si solo pudiese ir a la habitación del maestro del templo y leer las Escrituras, eso sería suficientemente satisfactorio, ¿no es así?
Finalmente, me toma alrededor de dos días cerrar la brecha de la fiebre del Devorador. Cuando mi temperatura finalmente vuelve a bajar y finalmente consigo levantarme, mi cuerpo aún está lánguido. Esa fiebre devoradora retrocedió, por lo tanto si paso otro día descansando, debería estar recuperada después de eso, supongo.
Lutz viene a verme, y cuando ve mi cara me da una difícil expresión.
“Aun no te ves muy bien. El Maestro Benno dijo que quería hablar contigo, pero parece que hoy no podrás hacerlo.”
“Lutz, ¿tienes planes para mañana? Quiero ir al templo, y luego ir a la tienda del Señor Benno; ¿Puedes venir conmigo?”
Cuando hago mi pregunta, Lutz inclina levemente su cabeza hacia un lado.
“¿El templo? Claro, pero ¿qué necesitas hacer ahí?”
“Leer las escrituras. ...Además, también para decirles que no quiero ser una hermana en entrenamiento.”
“¡¿Eh?! ¿Una aprendiza de sacerdotisa? ¿De dónde salió eso?”
Ahora que pienso en ello, aunque esa sacerdotisa había dicho que yo había colapsado mientras estaba haciendo una apelación al maestro del templo, ella no dijo exactamente por qué estaba apelando.
“Te dije que encontré una biblioteca durante la ceremonia de bautismo, ¿cierto? Me dijeron que las únicas personas que podían entrar eran personas conectadas al templo, por lo tanto pensé que debería estar conectada al templo. Escuché que ser hermana en entrenamiento era la forma más sencilla de hacerlo, así que salté directamente a eso.”
“¿No fue eso más imprudente que yo queriendo ser un comerciante? Mira la realidad por una vez. ¿No fuiste tú quien me enseñó a no dar un salto adelante, sino a buscar un camino diferente el cual en realidad sea posible?”
Escuchar esas palabras viniendo de Lutz, quien pasó de ser un niño que solo soñaba con una vida mejor a un niño con los pies firmemente sobre el suelo mientras persigue ese sueño, es bastante doloroso.
“...No estaba pensando en otra cosa salvo la ruta más corta para leer esos libros.”
“Realmente, no le prestas atención a nada cuando hay libros involucrados. Estaría bien simplemente no regresar al templo, ¿no? Saltar entre la esperanza y la desesperación no es bueno para tu cuerpo. ¿No hace que tu fiebre se vuelva loca?”
“Esta vez solo pude controlarla diciéndome a mí misma que al menos podía ir y leer las Escrituras,” le digo.
Él me mira, sin palabras, luego sonríe irónicamente, dándome palmaditas en la cabeza.
“Un compromiso contigo misma, ¿huh? Nunca pensé que alguna vez retrocederías en lo que respecta a los libros. Buen trabajo, debió haber sido difícil. ...Bueno, si solamente ir al templo te hará sentir mejor, entonces iremos. Realmente pienso que vivir allí sería demasiado para ti.”
“Si, lo sé.”

                             ◇◆◇      

Al día siguiente, me dirijo con Lutz al templo. Me puse mi ropa más nueva y bonita, ya que después iremos a la tienda de Benno. Además, desde que el área alrededor de las cámaras del maestro del templo es particularmente agradable, no creo que sea apropiado para mí aparecer con mi atuendo habitual.
Le digo al portero del templo mi nombre, y que me gustaría reunirme con el maestro del templo. Parece que ya les habían contado acerca de mí, porque aparece un sacerdote con túnica gris, listo para mostrarme el templo.
“¿Qué harás, Lutz? Incluso si vienes conmigo, no tendrás nada que hacer, ¿verdad? ¿Tal vez podrías ir a la tienda del Señor Benno y estudiar? Cuando termine con mis asuntos en este lugar, también podría ir a la tienda.”
“Iré a recogerte a las cinco campanadas, así que espera en este lugar. No te vayas sola, ¿de acuerdo?”
“Está bien,” le respondo.
El sacerdote con túnica gris me guía a través del templo hasta la habitación del maestro del templo, pero el maestro del templo no está allí. En cambio, el sacerdote principal, vestido con túnica azul, está allí saludándome. Él tiene aproximadamente la misma edad que mi Padre, con un cabello azul pálido que le llega hasta los hombros. El maestro del templo es un hombre mayor, digno y un poco corpulento, pero el sacerdote principal es bastante alto y esbelto. Parece que él está acostumbrado al trabajo práctico de organizar a las personas y correr.
“¿Debes ser Maine?,” Él dice. “Mi nombre es Ferdinand. El Padre Bösewanz me habló de ti. Por favor entra.”
“Muchas gracias,” le digo.
“Él me ha pedido que lea las Escrituras para usted hasta que regrese.”
Parece que el sacerdote principal está aquí para leerme en voz alta, pero ¿por qué el sacerdote principal estaría aquí sólo para entretenerme? ¿Qué hice esta vez? ...Ah, la donación, ¿huh?
Desde que soy alguien que les puede dar mucho dinero, supongo que ellos me tratan con mucha cortesía. Tal parece que la cantidad de dinero que les presenté tuvo un impacto bastante significativo. Si este es el caso, según cómo avancen las negociaciones, podría abrir un camino hacia esa biblioteca.
“Ahora, por favor, siéntese en ese lugar y escuche.”
Nos sentamos en la mesa ubicada en el centro de la habitación y él comienza a leerme, pero desde que estoy sentada frente a él, todo lo que puedo ver es la portada del libro. Al parecer no me dejara tocar el libro. Ellos me están tratando con precaución, sin saber lo que podría hacer o que podría estar pensando.
“Um, Padre. No quiero solo escuchar, realmente quiero ver el libro”.
“¿Por qué es eso? ¿Usted no quería saber la historia de los dioses?”
“Sí, pero también quiero aprender nuevas palabras de vocabulario.”
Por su rostro, parece que mis palabras tocaron un punto débil. Él piensa por un minuto, entonces asiente profundamente.
“…Ah, ya veo. Sin embargo, estas son nuestras muy preciosas escrituras. ¿Usted puede prometerme que no las tocará?”
“Lo prometo.”
El sacerdote principal me levanta en su regazo para que así pueda ver las Escrituras, y entonces comienza a leer en voz alta. Las páginas del libro están amarillentas alrededor de los bordes desde donde han sido tocadas, y están cubiertas con una caligrafía de bella tinta. Inhalo una profunda bocanada del aroma del papel viejo, luego dejo escapar un suspiro lento y agradecido.
Parece que la historia que ellos nos habían contado durante la ceremonia de bautismo realmente había sido reformulada significativamente en un vocabulario mucho más simple. Esta tiene un sonido muy diferente ahora. Cuando el sacerdote principal lee para mí, empiezo a aprender nuevas palabras del vocabulario. Es fascinante ver todo tipo de sustantivos y verbos comunes que me he estado preguntando cómo deletrear durante tanto tiempo aparecer uno tras otro. Señalo las palabras que reconozco en las Escrituras, con cuidado para no tocar las páginas, y el sacerdote principal, quien parece contento, comienza a ayudarme con el resto.
“¡Eres un aprendiz muy rápido! Si eres tan bueno asimilando conocimiento, enseñarte realmente vale la pena. ...No eres miembro de la nobleza, ¿verdad? ¿Quizás uno de tus padres tenga algo de sangre noble en ellos?”
“No lo creo, en lo más mínimo.”
“Ah, es una pena.”
No tengo idea de por qué el sacerdote principal pensaría que es una pena. Sin embargo, tengo la sensación de que el sacerdote principal podría ser como Mark, a cargo de la educación de los sacerdotes y sacerdotisas. Él luce muy similar a un maestro, quizás, y da la impresión de que él está bastante acostumbrado a enseñarles a otras personas, justo como Mark.
“Ahh, ¿has venido?,” Dice el maestro del templo al entrar en la habitación. “Espero no haberte hecho esperar.”
Ahora que el maestro del templo ha vuelto, el sacerdote principal me dice que regrese a mi asiento, y cuidadosamente vuelve a colocar el libro en su estante.
“Desde que el Padre Ferdinand me estaba leyendo las Escrituras,” respondo, “fue un uso muy divertido y valioso de mi tiempo. Muchas gracias por su consideración.”
Con movimientos lentos y simples, el maestro del templo se mueve para sentarse en la silla en la cual el sacerdote principal había estado sentado, el sacerdote principal se para a un lado.
“Bueno, entonces, ¿qué fue lo que dijeron tus padres?”
“Ellos me dijeron que solo las huérfanas se convierten en sacerdotisas, así que ellos me regañaron y me dijeron que no.”
El maestro del templo se había inclinado hacia mí en anticipación con brillo en sus ojos, pero cuando dije esto, sus hombros cayeron abatidos. Él suspira, sacudiendo su cabeza. Junto a él, el sumo sacerdote abre su boca para hablar.
“No es completamente cierto que únicamente los huérfanos se unen al clero. Algunos niños nobles también lo hacen. Aunque es cierto que es muy probable que un huérfano se convierta en sacerdote o sacerdotisa, pero esto se debe a que no pueden encontrar otra profesión. Los trabajos que pueden realizar los huérfanos son muy limitados, por lo que a menudo no tienen otra opción que convertirse en sacerdotes o sacerdotisas”.
Parpadeo un par de veces. “¿Por qué ellos no pueden encontrar otra profesión?”
“Ellos no tienen a nadie que los remita a otro, y no tienen a nadie que los cuide.”
Puedo entender esto claramente. El sistema de empleo en esta ciudad depende en gran medida de tener un pariente o un amigo que pueda derivar a un aprendizaje, por lo que sería extremadamente difícil para un huérfano. Ya es difícil para las personas encontrar trabajos además de los que sus padres pueden recomendarles, así que no puedo imaginar cuán difícil aquello debe ser para un huérfano, que ni siquiera puede encontrar ninguna conexión.
“Entonces, me gustaría ser claro, es posible que te conviertas en sacerdotisa sin ser una huérfana.”
“Entiendo. Sin embargo, mis padres también me dijeron que si fuera un aprendiz aquí tendría que vivir dentro del templo, y el trabajo difícil que tendría que hacer aquí sería demasiado estresante para mi débil cuerpo.”
“¿Quieres decir que no solo te sentías débil, sino que normalmente eres frágil?”
El maestro del templo frunce su ceño ligeramente, acariciando su blanco bigote, y me doy cuenta de que su rostro lo haría lucir perfecto en un traje de Papá Noel en la nieve. Tiene completamente mi aprobación.
“Es correcto. Tengo una enfermedad llamada ‘El Devorador’
“‘El Devorador’
El maestro del templo, lento y elegante, repentinamente se para con los ojos abiertos. El sacerdote principal, quien ya está de pie, golpea su mano en la mesa, inclinándose hacia mí con entusiasmo.
“¿Dijiste Devorador?”
“S... si. ¿Sucede algo malo?”
Ambos tienen expresiones completamente diferentes mientras juntan sus rostros hacia mí, y yo instintivamente retrocedo. Frunzo el ceño, preguntándome si de alguna manera he dicho algo terrible, y el maestro del templo lentamente levanta un dedo tembloroso hacia la puerta.
“Padre Fernando,” él dice, “por favor traiga la reliquia.”
“¡Lo sé!”
El sacerdote principal asiente levemente, luego hace uso de sus largas piernas para salir rápidamente de la habitación. Luce tan elegante a primera vista, pero sorprendentemente es bastante rápido. Parece tener tanta prisa que deja la puerta abierta detrás de él cuando se va. Lo miro, estupefacta, mientras él se va, pero por el rabillo del ojo, veo al maestro del templo dar media vuelta hacia el estante en el que descansa el libro de las Escrituras.
“¡Rezamos a los dioses!”
Él repentinamente comienza a orar, irguiéndose en la pose Glico. Atrapada en su ritmo, levanté reflexivamente mis manos también.
“¡Damos gracias a los dioses!”
Fluyendo como el agua, él se hunde en una dogeza, y miro, estupefacta, a su espalda. Tiemblo de miedo, preguntándome qué demonios está sucediendo. Estoy convencida de que algo terrible está claramente pasando. Realmente quiero correr lejos de aquí, pero a juzgar por su actitud amenazante hace un momento, no puedo imaginar que me dejen escapar tan fácilmente.
Congelada y rígida en mi silla, poco a poco aparto la mirada del maestro del templo, que continúa orando. Desde afuera de la puerta, escucho pasos muy rápidos y cada vez más fuertes, el sacerdote principal irrumpe en la habitación, llevando algo envuelto en un paquete de tela. Él desenvuelve la tela, revelando el cáliz que ya había visto durante la ceremonia de bautismo, y suavemente lo deja sobre la mesa.
“Por favor, toca este cáliz.”
“¿Huh? ¿Realmente está bien que toque esto?”
“¡Sí, rápido ahora!”
Tímidamente alcanzo el cáliz en la mesa. Los dos lo miran de cerca, sus ojos brillan. En el momento en que la yema de mi dedo alcanza al cáliz, comienza a brillar con una luz deslumbrante.
“¡¿Whoa?! ¡¿Qué demonios?!”
Retraigo frenéticamente mi mano, y la luz gradualmente se desvanece. Mientras miro hacia adelante y hacia atrás entre mi dedo y el cáliz, el maestro del templo y el sacerdote principal se miran y luego intercambian miradas.
“Maine,” el maestro del templo dice, “me gustaría hablar con tus padres.”
Madre, Padre, lo siento.
Al parecer algo importante acaba de pasar.