Sala de Consulta
de Otto.
Cuando
salgo, quedo atónita por la cantidad de nieve acumulada. Durante el invierno,
esencialmente estoy esencialmente encerrada, así que casi nunca he estado fuera
de esta manera antes. Así que, cuando miro la nieve, apilada tan alta como yo,
no puedo evitar mirarla fijamente con asombro. A través de los callejones que
conducen hacia las calles principales, ha sido excavado un estrecho sendero, lo
que permite a los viajeros de algún modo avanzar, pero estos montones de nieve
a lo largo del camino lucen terriblemente cerca de desmoronarse sobre nosotros.
“Maine,
aquí arriba”, mi padre dice. Él se inclina, estirando ampliamente ambos brazos,
silenciosamente dejo que me levante, para luego aferrarme a su cabeza. Si intentará
evitarlo, no llegaríamos a la puerta a tiempo para el turno de mi padre. Sin
embargo, como ahora que estoy siendo sostenida, mi cabeza se encuentra sobre la
nieve. Un frío viento sopla sobre la amplia extensión blanca, enviando
remolinos que brillan sobre su superficie como olas oceánicas.