Capítulo 293. Un Incidente Al Norte.
A pesar de
que no descubrimos nada, sin importar cuánto buscáramos, ni Fran ni Urushi
pudieron calmarse. Ambos, la gata y el lobo, tienen mejores sentidos que yo.
Confié en sus instintos y deduje que *algo*
malo había sucedido.
[¿Qué dicen acerca de intentar mirar desde el
cielo? Podría ser más fácil descubrir qué está mal de esa manera.]
[Nn.]
[On.]
Con Fran sobre
su lomo, Urushi saltó desde el suelo y rápidamente ascendió. Los tres utilizamos
el artificial punto de observación para examinar nuestro entorno. O al menos lo
intentamos. Los cielos se encuentran nublados; Las nubes bloquearon tanto las
lunas como las estrellas. Está demasiado oscuro para que pudiésemos distinguir
algún detalle significativo.
[Hmm...]
[No veo
nada.]
A
diferencia de mí, Fran puede ver en la oscuridad, por lo que al menos fuimos
capaces de recorrer los alrededores.
[¿Qué hay de ti, Urushi?]
[Ouwn…]
Por alguna
extraña razón, el lobo parecía inflexible en rastrear la causa de su inquietud.
Urushi continuó mirando a su alrededor incluso a pesar de que él estaba cegado
por la noche. Se mantuvo en guardia e incluso trató de olfatear, sin embargo, aún
así no pudo encontrar nada, desde que no tenía idea de por qué se suponía que
estaba olfateando.
Y fue
entonces cuando sucedió. Una pequeña franja de luz de luna momentáneamente atravesó
las nubes y me permitió ver algo.
[Woah...]
[¿Maestro?]
[Creo que
acabo de ver que algo moverse por allí...]
[¿Por
dónde?]
[Er, mi error. Fue hacia el norte.]
Sucedió a
varios kilómetros de nosotros. A primera vista, parecía estar en algún lugar
cerca de la parte más árida del bosque. No había nada que obstruyera mi línea
de visión. Hubiese sido capaz de verlo todo si aún fuese de día, o si no
hubiese tantas nubes. Pero, por desgracia, no tendremos más remedio que
trabajar bajo las condiciones sub-óptimas existentes.
La
distancia hizo que ni siquiera Fran pudiese ver nada, incluso a pesar de tener
visión nocturna.
[¿Podrías acercarnos un poco más, Urushi?]
[¡On!]
Urushi
aceleró por el cielo. Nos llevó directamente al norte con toda la precisión de
una brújula. La luna se asomó a través de las nubes durante otro segundo a
mitad del viaje de Urushi.
[Maestro,
¿lo vio?]
[Sí, tan claro como el día.]
[Orn...]
Aunque solo
lo vislumbré, confié en lo que acababa de presenciar. Un enorme grupo de
monstruos marchando lentamente hacia el sur. La escala de aquel grupo es
totalmente exagerada. Es mucho más que un simple nido o un conjunto de ellos.
Había tantos que el propio desierto había sido ocultado de la vista. Solo había
monstruos, monstruos y más monstruos tan lejos como mi visión pudo a ver. Un
verdadero ejército.
No sabía su
destino final, pero a este ritmo, chocarían con Schwartzekatze.
[¡Mierda! ¡Necesitamos acercarnos y
asegurarnos de lo que he visto!]
[¡On!]
[¿Qué y por
qué?]
[No lo sé, pero de cualquier manera, ¡tenemos
una extraordinaria situación en nuestras manos!]
Urushi
tardó otros cinco minutos en quedar justo encima de la horda. Ahora estamos a
una suficiente distancia para verlos a simple vista, incluso sin la ayuda de la
luna. No necesitamos contarlos para saber que el ejército posee al menos diez
mil miembros.
Su marcha es
rígida y constante. Está claro que estas bestias están siendo controladas. No sé
hasta qué punto los monstruos están siendo manipulados, sin embargo, al menos,
quien sea responsable de esto los tiene lo suficientemente controlados para
mantenerlos en silencio mientras se mueven.
[¿Ahora
qué?]
[Sería bastante difícil acabar con todos
ellos sólo nosotros.]
[Pero los
aldeanos no pueden luchar.]
[Si, lo sé. Honestamente, algo como esto
requiere un ejército, en cualquier caso.]
[Nn.]
[Primero lo primero, tenemos que regresar a
la aldea y evacuar a todos los aldeanos.]
[Entiendo.
Primero, ¿ataque preventivo?]
[No vamos a hacerlo. Hay demasiados de ellos
No podemos comprobar qué tan fuerte es cada uno, y podría haber algo demasiado
fuerte para que lo manejemos mezclado entre todos esos debiluchos aleatorios.]
Terminaríamos
huyendo si realmente hubiese algo así de fuerte. El único lugar para poder
retirarnos es la aldea, y guiar a un monstruo fuerte hacia ella, sería un
desastre en sí mismo.
[Sé que quieres luchar, pero probablemente
deberíamos esperar hasta que por lo menos hayamos vaciado Schwartzekatze
primero.]
[Entiendo.]
[¡Muy bien Urushi, regresa al pueblo! ¡A máxima
velocidad!]
[¡On!]
[¡Rápido!]
[¡On’on!]
Nuestra
primera parada fue en la casa del jefe de la aldea. Urushi ladró y aulló para
llamar su atención mientras nos acercábamos.
[¡Jefe!
¡Abra! ¡Ahora!]
Fran saltó
desde el lomo de Urushi y comenzó a golpear la puerta en el momento en que ella
aterrizó.
[¿Q-Qué es
lo que sucede, Princesa?]
El lobo
había conseguir despertarlo, por lo que respondió al llamado inmediatamente, frotando
sus ojos cansados mientras lo hacía.
[¡Emergencia!]
[¿Q-Qué
tipo de emergencia...?]
[Horda de monstruos.
Dirigida a la aldea.]
[¿¡Q-Qué!?
¿Suficiente para que incluso usted tenga este pánico, milady?]
[Nn. En
tierra baldía ahora mismo. Grupo enorme Necesito ejército.]
[¡¿Q-Qué?!
¿Están justo al norte? ¡Voy a despertar a los guardias inmediatamente!]
[Evacuación.
Necesita comenzar pronto.]
[Entendido,
milady!]
[¿Qué es
todo este ruido, jefe?]
Unos
cuantos gatos negros, que habían despertado por el ladrido de Urushi, se
unieron a nosotros justo antes de que el jefe se pusiera en marcha, por lo que
inmediatamente les advirtió para que lo ayudaran. El proceso fue mucho más simple
de lo que lo habría sido en cualquier otro lugar. Todos los gatos negros confían
en Fran, así que inmediatamente ellos creyeron en la advertencia en el momento
en que supieron que ella era su fuente.
[¡Escuchen
bien! ¡La Princesa ha hallado un enorme ejército de monstruos marchando
directamente hacia nosotros! ¡Hay tantos que llenan toda la tierra baldía!]
[¿Qué?]
[¿E-En serio...?
¡¿Qué demonios?!]
Un par de gatos
negros comenzaron a entrar en pánico, pero el jefe los detuvo antes de que
perdieran totalmente su cabeza.
[Mantengan
la calma, ¡no pierdan la calma! Ellos están cerca, pero todavía no están en
nuestras puertas. ¡Tenemos tiempo suficiente para organizar una evacuación
siempre y cuando todos hagan su parte! ¡Despierten a todos y prepárenlos para partir!
Divídanse para que puedan despertar a todos lo más rápido posible.]
[¡L-Lo
tengo!]
[¡Por
supuesto, jefe!]
[Gracias.
Iré a despertar a los guardias mientras tanto.]
Los gatos
negros se movieron rápidamente. Según ellos, están bastante acostumbrados a
esto. Huir es la única cosa en la que ellos sobresalen.
Muchos
vivieron como vagabundos antes de establecerse en Schwartzekatze. Pulieron su habilidad
para escapar huyendo de los monstruos y bandidos que encontraron en sus viajes.
De hecho, los simulacros de evacuación aparentemente son parte de la vida
cotidiana en Schwartzekatze. Mantiene un entrenamiento de esto aproximadamente
una vez al año.
[¿Pero
hacia dónde se supone que debemos evacuar?]
Esta vez,
sin embargo, es un poco diferente. Normalmente, la evacuación sería simple
porque todo lo que tendrían que hacer los gatos negros es encontrar otro pueblo
cercano. Pero esta vez, realmente no saben hacia dónde ir. Schwartzekatze es una
de las aldeas más robustas de los alrededores. Ningún otro asentamiento cercano
posee paredes lo suficientemente grandes para soportar a más de diez mil
monstruos.
[Probablemente
necesitaremos dirigirnos a Greengoat.].
Los
aldeanos son buenos para escapar, sin embargo, no significa que puedan superar
a los monstruos. Necesitan tener todas sus cosas preparadas para partir de inmediato
y así poder obtener una ventaja tan pronto como sea posible. Pero aun así,
muchos dudaron que fuesen capaces de realizar todo el camino.
La
respuesta del jefe a sus preocupaciones fue una tranquila y racional.
[Sin
importar, tenemos que asegurarnos de que la información se propague. Tendremos
que dispersarnos y enviar personas por todas partes. Les advertiremos a las
otras aldeas cercanas y haremos que nuestro pueblo se dirija a Greengoat para
contarle al ejército lo que ha sucedido]
[Nn.]
Aunque la
batalla aún no ha comenzado, ya se había convertido en una carrera contra el
reloj.