Capítulo 295. Soldados y Guerra.
[Lo lamento
mucho, pero nuestro ejército no puede ser desplegado inmediatamente.]
Marmanno
habló en un tenso tono. Él quiere ayudarnos y casi parecía mortificado por el
hecho de que no podía hacerlo.
[¿Por qué?]
[El
ejército bashariano se enfrentó a nuestro ejército cerca de nuestra frontera
suroeste hace solo tres días atrás.]
Maldición.
Supongo que eso significa que ellos tienen sus manos llenas.
[Más de la
mitad de los soldados de Greengoat han sido enviados para servir en el frente
de guerra.]
[¿Pero aún
quedan algunos aquí?]
[Las
fuerzas que permanecen en este lugar son demasiado tímidas para poder enfrentar
a un ejército de diez mil monstruos.]
Marmanno
miró hacia abajo y frunció el ceño.
[Lo lamento.
Todo lo que puedo hacer es rezar para que los aldeanos consigan escapar y
llegar aquí, a Greengoat. Los muros de esta ciudad son los únicos lo
suficientemente resistentes para alejar a un ejército literal de monstruos, y además,
necesitaré que mis tropas defiendan esta ciudad cuando el momento llegue. No me
puedo permitir que ellos se marchen. Aquello no sería diferente a decirles que
arrojen sus vidas.]
Oh ya
entiendo. Él está pensando en dejar que los monstruos asedien su ciudad, ya que
no posee las suficientes tropas para enfrentarlos directamente, y ciertamente no
podría realizar esto sin los números necesarios para luchar contra esas
malditas cosas.
[¿Algún
mago de tierra? Podría hacer una gran pared para retrasarlos.]
[El único
hombre en este país capaz de crear un muro lo suficientemente grande como para
detener a un ejército entero ya ha tomado su lugar en la contención del
ejercito de Bashar. Dudo que podamos conseguir que él responda a nuestro
llamado.]
[Está
bien.]
[Sin
embargo, por lo menos, me pondré en contacto con todos los demás gobernadores
inmediatamente y comprobaré si ellos tienen tropas restantes. También
consultaré con el ejército, sólo por si acaso.]
[¿Cuánto
tiempo tomará?]
[Por lo
menos unos días... Tendremos que esperar hasta que estén aquí para marchar. No
podemos permitir que nuestras tropas pierdan su vida antes de lograr acumular
nuestras fuerzas.]
Entiendo
que Marmanno no esté lanzando sus tropas al ejército inmediatamente porque eso
provocaría una gran pérdida de vidas, pero realmente yo no puedo aceptar la
idea de abandonar todas las aldeas. Sé que, en última instancia, es una
elección que salvará más vidas, pero prácticamente está simplemente dejándolos morir.
No es que esté intentando culparlo. Como gobernador, sus elecciones tienen
sentido. Cada aldea solo posee unos pocos cientos de personas en el mejor de
los casos. Y hablando numéricamente, tiene mucho más sentido centrarse en
proteger a las decenas de miles de personas viviendo aquí en Greengoat. No tengo
nada que decir. No hay ninguna falla en su lógica.
Fran
también entendió las penurias del Señor, por lo que inmediatamente se puso de
pie y se preparó para partir.
[Entiendo.]
[G-Gracias
por entender. ¿A dónde se dirige ahora?]
[Asunto
terminado aquí. A continuación, Gremio de Aventureros.]
[¿Q-Qué
piensa acerca de pasar unos días más en Greengoat?]
Marmanno podría
beneficiarse enormemente si Fran permanece aquí. El conocimiento generalizado sobre
su fuerza podría hacer que su mera presencia fuese suficiente para aliviar la
preocupación de las personas de la ciudad y aumentar la moral de los soldados,
sin mencionar que Fran podría contribuir drásticamente a la fuerza de combate
de esta ciudad. No cabe ninguna duda de que ella fortalecería sus defensas.
[No. No
abandonaré a mi tribu.]
Fran se
volvió hacia él y habló con un propósito, directo y conciso como siempre. Esto es
irónico. Ambos están trabajando efectivamente por el mismo objetivo: proteger a
su pueblo. El tono de Fran reflejaba eso. No había malicia en su voz, solo
convicción.
Marmanno,
sin embargo, pareció fallar en entenderla. Parecía pensar que su declaración
irónica era simplemente una crítica a su política. El hombre-chivo se puso
rápidamente de pie cuando su expresión se torció debido a su frustración.
Oh, mierda.
Él está enojado. Bueno, o eso pensé.
[Lo...
lamento.]
Contrariamente
a mis expectativas, Marmanno no estaba enojado. Estaba frustrado, pero no
irritado por las acciones de Fran.
[Como hombre
y como guerrero, respeto su decisión. Haría lo mismo si estuviese en sus
zapatos. Salvar a los necesitados no es otro que mi credo, el pilar sobre el cual
descansa mi orgullo. Pero como el Señor de esta tierra, no puedo actuar.]
Más bien,
se sintió molesto por su propia incapacidad para salir al campo y salvar todo
lo que él podría salvar.
[Nn.]
[Por favor,
Princesa del Rayo Negro, vaya en mi lugar. ¡Salve a los aldeanos a quienes no podré
extender mi mano!]
El cuerpo
del hombre-cabra tembló de emoción cuando él se inclinó tan profundamente como era
capaz de hacerlo.
[Entiendo]
[Gracias.
Posiblemente no puedo expresar cuánto significa esto para mí.]
◇◇◇
Fran dejó la
mansión de Marmanno y se dirigió directamente al Gremio de Aventureros.
Greengoat es tan grande como se podría esperar de una ciudad en la cual convergen
varias de las principales rutas comerciales, por lo que le tomó un buen trecho
recorrerla completamente.
[¿Holaaaaa?]
Fran llamó
cuando entró al gremio para obtener una respuesta tan rápida como pudiera.
[Buenas
noches, Princesa del Rayo Negro. ¿Cómo puedo ayudarle?]
[Emergencia.
Necesito hablar con el Maestro del Gremio. Déjeme reunirme con él ahora mismo.]
[Sí, Señora.]
Una vez
más, la reputación de Fran resultó ser útil. Logró que la recepcionista hiciera
exactamente lo que ella quería sin hacer ninguna pregunta. Desapareció durante
unos tres minutos para conseguir el permiso antes de regresar y llevar a Fran a
su destino: la habitación del Maestro del Gremio.
El hombre con
el cual nos reunimos es un viejo mago con una larga barba blanca. Como Fran, él
había conseguido evolucionar. Es condenadamente fuerte.
[¿Qué le
trae por aquí hoy, Princesa del Rayo Negro?]
[Norte.
Ejército de monstruos viniendo.]
[¿Viniendo?]
Los ojos
del viejo mago se agrandaron.
Fran
inmediatamente le dio detalles. Primero reaccionó a su pregunta con sorpresa,
pero pronto se arrepintió.
[¿Dice que
este ejército contiene más de diez mil miembros?]
[Quiero que
los aventureros ayuden.]
[Por
supuesto. No veo ninguna razón para impedirlo, pero...]
El Maestro
del Gremio dijo aquello mientras presionaba su puño contra su barbilla.
[¿Problema?]
[Nosotros
carecemos de nuestros números habituales. Alrededor de la mitad de nuestros aventureros
ya se han marchado hacia el sur.]
[¿Aventureros
uniéndose a la guerra?]
Espera un momento.
¿Acaso no se suponía que los aventureros se encontraban exentos de la
conscripción? Podría haber jurado que vi algo así en las reglas cuando nos
unimos por primera vez.
Después de
reflexionarlo un momento, pronto recordé que los aventureros suelen ser
personas que no quieren estar atados a ningún estado en particular. Viajando
por todas partes y trabajando a menudo fuera de su país de origen. Así que, les
falta patriotismo. La mayoría de ellos no quiere ser envuelto en conflictos
internacionales. Estoy bastante seguro de que habría muchos menos aventureros
afiliados al gremio si no tuvieran esa cláusula contra la conscripción.
De hecho,
el gremio había firmado muchos tratados internacionales que garantizaban a sus
miembros la libertad para no ser reclutados. El gremio es responsable de lidiar
con bandidos y monstruos, pero eso es todo. Por supuesto, como cada tratado, el
contrato del gremio no fue respetado por todos. Los reidosianos lo habían
ignorado descaradamente y habían reclutado a aventureros en el pasado. Todos
aquellos que intentaron desafiarlos fueron deportados y expulsados del país.
Y, sin embargo, a pesar de su manifiesta estupidez, los reidosianos aun así
fueron completa y totalmente derrotados. El Gremio de Aventureros de Reidos terminó
cerrado, y el propio país quedó casi completamente desprovisto de algún practicante
de la profesión, incluso hasta el día de hoy.
Los
Reidosianos fueron tanto el primero como el último en intentar reclutar
aventureros. Los países aún intentan formalizar contratos con aventureros
específicos con cláusulas que mencionan casos relacionados con la guerra, pero
eso es todo lo que pueden hacer en estos días. Y las únicas personas que
aceptan esos contratos son personas que sienten una gran pasión por los países
en los que ellos viven, como Amanda y Jean.
El consentimiento
se había convertido en la palabra clave--reclutar a los aventureros por la
fuerza era simplemente un caso perdido.
[Todos aquellos
que fueron lo hicieron por su propia voluntad. Este país fue creado por hombres-bestia,
para hombres-bestia. Los caballeros y soldados que sirven en el ejército no son
los únicos que desean protegerlo.]
El Maestro
del Gremio dijo eso mientras sonreía.
Ohhh Es
cierto. Lo había olvidado. Este país es un caso especial. El Señor de las
Bestias solía ser un aventurero, ¿no? Supongo que sus políticas realmente deben
apoyar a las personas que comparten su experiencia en tal caso. Huh. Pienso que
puedo ver por qué tantos de los aventureros de este país están dispuestos a luchar.
[Bueno nos encontramos
cortos de maños. Dudo que usted pueda conseguir suficientes personas para
luchar contra un ejército, incluso si reclutáramos aventureros de todos los
pueblos cercanos.]
[Quiero
toda la ayuda que pueda conseguir.]
[Lo entiendo.
Pero tenga en cuenta que es posible que no podamos reunir más de lo que se
necesita para defender Greengoat.]
[Nn... Entiendo.]
[¿Luchará
hasta el final?]
El maestro
del gremio dirigió su mirada a Fran cuando se puso de pie. Sus ojos parecían
decir que quería decirle que era mejor para ella no ir, pero una sola mirada a
su rostro lo silenció. Él ya sabía. Él sabía que su gente yace al norte. Y solo
con sus ojos, él había determinado su postura.
[Adiós.]
Escogiendo
no responder, Fran dejó su pregunta sin respuesta.
[Adiós. Quizás
las mareas de la batalla surjan a su favor.]